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viernes, 11 de febrero de 2022

A César Banana Pueyrredón

 Esta es una carta con destinatario aunque jamás será enviada. No están siendo los días más ordenados de mi vida por motivos que no voy a explicar porque: a nadie le interesan, no entiendo bien los motivos y no puedo explicar lo que no entiendo bien.

Hacía años que no agarraba este teclado prestado, un préstamo de esos que un día queremos devolver y tienen por respuesta un "quedátelo y disfrutalo porque mi hijo tiene otro" así que no voy a quitarle mérito a Pepe en este préstamo que, en el fondo de mi inconsciente, jamás dejará de ser préstamo. 

Vuelvo al punto inicial. 

Conecté el transformador, limpié cuidadosamente cada tecla y apoyé mis dedos. Boceteando canciones me propuse buscar acordes porque claramente lo mío es de autodidacta y tengo CERO música de esa que se estudia rigurosamente, sin embargo la amo.  A veces pienso en lo hermosa que es y me emociona.  La música sana, no se cómo ni por qué pero lo hace.  Lo hace cuando nos conecta con las personas que están lejos con esas lejanías que no entendemos desde lo físico y desde lo mental.  La música nos lleva a los momentos más lindos de nuestras vidas, nos conecta con la gente que nos hizo bien, con episodios en los que todo era oscuro pero la presencia de una melodía parecía dar un poco de luz a tanta ausencia.

Me fui por las ramas, suelo hacerlo cuando me enamoro.  Y la amo, qué le voy a hacer.  No se si a alguien que me lea le pasará esto pero a menudo tengo la sensación de que todas las cosas grandes necesitan un par mágico, algo así como un Enzo para River, un Robin para Batman, una palmera para el mar, una luna para el sol.  La música tiene su Enzo y es la poesía. No tengo dudas de eso.

Yo no se escribir, me refiero a la perfección de la coma, el punto y coma, etc y de esto puede dar fe Nora Acosta, una colega locutora que, además, es profesora de literatura y es a quien enloquezco a menudo con estas dudas "comísticas".  Un día me dijo algo así como que yo colocaba comas de más en los lugares en los cuales mi cabeza hacía una inflexión y creo que es de lo más acertado que alguien me ha dicho.  A ella mis GRACIAS por su enseñanza generosa y perdón por cada coma mal colocada en este escrito.  Vuelvo al eje: "yo no se escribir" sin embargo siempre amé hacerlo.  Mi primer poema hablaba de un abuelo que estaba dejando transcurrir la vida sentado en un banco de plaza hasta poder reencontrarse con su amor que lo miraba desde alguna estrella.  Lo escribí a los 8 años y con mi hermana le pusimos música, era nuestra canción.  Ahora que lo pienso detenidamente es bastante triste, principalmente teniendo en cuenta mi edad, sin embargo tenía que ver con una pregunta que me hice un día al ver un viejito solo en una plaza, esa fotografía me resultó disparador de un divague que jamás podré comprobar. 

 A partir de ese texto escribí muchos más.  Yo los llamé poemas porque así somos los niños: esperanzados, soñadores y creemos en la magia: todo es posible.  Pasó el tiempo y escribí a mis amores platónicos, les escribí un sin fin de cosas.  También le escribí mucho a un amor de esos "raros y complicados", un amor de esos que con el tiempo se miran con ternura y con cierto alivio por lo que no fue.  Para ser honesta, durante gran parte de los últimos años dejé de escribir.  No se los motivos.  Me sentaba, empezaba a parir letras y huía como si supiera que entre las letras fuera a encontrar cosas incómodas. 

Si algún lector llegó hasta acá se estará preguntando qué tiene que ver todo esto con César Banana Pueyrredón.  Y sí, yo también me lo preguntaría.  La verdad es que, como dije al principio, estoy desordenada, con todas mis piezas pero muy desordenada.  Seguramente alguien más se haya sentido así en algún momento pero no NOS podemos ayudar a armar rompecabezas ajenos cuando ni siquiera podemos acomodar medianamente el nuestro, así que esto no es un pedido de ayuda sino una exteriorización de algunas miserias personales.

Sigo sin responder dónde encaja Don Pueyrredón en esto.  Ahí voy.  Desde muy pequeña en mi casa me daban permiso para encender el "minicomponente Hitachi" y yo era como una abuela en miniatura: me despertaba sola a las 8 de la mañana, acercaba la silla al mueble, lo encendía y escuchaba la radio o ponía algún cassette: de Aspen -la radio-, de Vivencia, de Xuxa, de Julio Iglesias, una variada selección de intérpretes (acá iría un emoji riéndose).   

Corría el año 1990 aproximadamente y yo iba de visita a la casa de mi tía.  Adoraba estar con ella. Se había casado hacía poquito y se había mudado a una casa nueva. Aparecían los CDs, para mi era una locura poder tenerlos y ella me dejaba usar su equipo de música, era la gloria.  En aquel entonces apareció entre mis manos un CD de tapa azul estridente, en él había un señor con una camisa colorada bastante llamativa. Saqué cuidadosamente el disquito y lo coloqué con amor en la bandeja, empujé y se hizo la magia.  Empezó a correr.  Me gustaba lo que escuchaba.  Había una voz clara y tal como se imprime la huella en un CD, sus canciones se me grababan amorosamente, estaba muy conforme con lo que escuchaba pero les recuerdo que yo era chiquita, tenía 7 años y los niños siempre esperan magia, más magia.  Allí fue cuando el tiempo hizo su trabajo y llegó a la canción Nº6 "Tarde o temprano"  la escuché y me emocioné, no es un decir. Me emocioné hasta las lágrimas y hoy, 31 años después, me estaba por preguntar por qué la niña que fui sintió tanta emoción con una canción en aquel entonces y descubro la respuesta antes de terminar la pregunta: soy yo la que a esta edad tiene que hacer grandes esfuerzos por recordarse a sí misma la belleza que reside en el corazón de un niño que tiene la sabiduría de comprenderlo todo y ser sensible a todo aunque los gigantes adultos muchas veces, la mayoría de las veces, olvidemos eso. 

Tarde o Temprano me emocionó.  Recuerdo el nudo en mi garganta cuando la voz de Banana decía "hay tantos sueños que rescatar... de qué sirve la vida si uno no puede ser feliz".  Aprendí esta canción al instante.  Sentí que todo lo que se decía ahí era lo que yo quería para siempre en mi vida.

Yo creo en la magia.  Claro que creo.  Por eso este teclado y yo nos tropezamos con esa canción que tanto significó para esa pequeña persona que fui.  Hay magia en todos lados.  Hay señales y a veces estamos anulados por nuestros miedos, por lo que no nos resultó bien, por los engaños que nos volvieron desconfiados y nos dejaron dolor.  Ahí es cuando Banana toma tanta importancia hoy. Su voz me reencontró con sensaciones que había olvidado y esta canción que quizás ya lo haya cansado (como les sucede a muchos artistas cuando hacen un himno), me volvió a emocionar y me volvió a esperanzar.  Yo también creo que luchar no es en vano y que hay muchos sueños que rescatar.  También quiero creer que todas las manos se unirán. Y hoy que la fama de Banana no pasó y que, aún así,  él vive en su piano, quiero confirmarle que no es un canto más entre todos los cantos, ha sido el que alumbró mi soledad.  La soledad que no es soledad de ausencia de otros sino de uno mismo.

Gracias César por hacerme cantar nuevamente, por llevarme en un maravilloso viaje musical a ese momento en el que mis rodillas chiquitas se apoyaban en el suelo para leer la letra de tu CD frente al reproductor sin saber que tantos años después, la energía de tu voz me iba a despertar.

Es una carta lanzada al aire sin demasiadas ambiciones más que la reiterada y calma necesidad de que llegue a los ojos que necesiten alguna de estas palabras.

Me voy a trabajar porque hay muchos sueños que rescatar.  Gracias César Banana Pueyrredón por este hermoso himno.Gracias por tu música. Gracias por tu poesía.

Con Cariño, Guada.



miércoles, 7 de julio de 2021

El niño MR

El niño MR viaja frente a mi en el tren. Se sentó hace minutos pegadito a la ventana, su actitud desenfrenada para acercarse al vidrio puso en evidencia la reacción de su mamá, una reacción de cuidado y amor.

Algo no está perfecto en él, hablo de esa perfección que nos hace pensar que a determinada edad ya actuamos con mayor independencia. Algo que desconozco y que no es demasiado evidente hace que su mamá esté atenta a cada uno de sus movimientos. Le da agua, él toma y amaga sin éxito con apoyar la botella en el piso, pero ella frena el proceso y le adivina otro movimiento. Un instante después despliega un mantelito como los que usábamos cuando la comida se nos caía encima,se lo coloca en el pecho, le saca los auriculares a MR y saca una galletita de chocolate para este niño tan descontracturado como los rulos de su cabeza.

En su mantelito está su nombre (por eso se que es MR) en medio de un dibujo en el cual el principito, el zorro y la rosa son parte de un mismo paisaje.

Acá en este pequeño cuadro también somos tres y ellos son como el Principito y el zorro, se acompañan y aprenden, ella lo cuida cada vez que las alarmas sonoras que indican el cierre de las puertas lo alteran y él se calma cada vez que su mamá lo toca para que se sienta seguro.

MR debe tener muchas cosas dando vueltas en su cabeza mientras pasamos una y otra estación, juega con sus dedos, se acerca y se aleja de la ventana. Su mamá se ve bonita, tranquila y feliz y en su mochila lleva la insignia que me invita a ser parte de una sociedad que debe aprender a ser responsable, respetuosa y considerada, una sociedad en la que la inclusión no sea una oportunidad para manotear dinero de las arcas del Estado sino para que seamos mejores, más presentes y atentos. 

MR hará su vida, aprenderá cosas y seguramente superará las instancias que se le presenten porque tiene a su lado alguien que parece no padecerlo sino amarlo y acompañarlo.

Un corazón azul para quienes nos enseñan tanto sin mediar palabra.


lunes, 28 de junio de 2021

Caritas pintadas

Hoy me levanté, saqué a Bertha al jardín, me bañé y vestí para salir al trabajo. Cuando me asomé al ventanal vi a mi loca de cuatro patas mirando hacia arriba, veía algo pero el vidrio empañado no le permitía saber si era yo. Escribí "hola Bertha" en el vidrio y me puse a pensar que lo que yo veía poéticamente desde mi casa calentita es algo que muchos no viven ni ven con tanto romanticismo.

Ahí mismo, consciente del frío, busqué en mi placard algo lindo y muy calentito, un saco de tejido doble que no usé nunca porque "me hace ver más gorda" y lo puse en mi mochila con un par de medias nuevas que parecen haber estado esperando este momento para estrenarse.

Bajé del tren con la ilusión de verla a ella, esa señora que el viernes se me clavó en la retina como se nos clava el amor de manera menos violenta. La pensé el sábado cuando sentí frío y pude calentar el agua, la pensé ayer cuando dormí calentita y hoy, hace minutos nada más, volví a verla. Me acerqué con miedo de decir algo que la ofendiera. 

-Hola, soy Guada. Vos estás "parando" acá? Pregunté normalizando lo que me duele. Y me dijo -Hola, estoy en situación de calle, vivo acá. 

Ahí mismo le dije que la había visto, que hoy tenía intención de encontrarla porque tenía algo para ella. Saqué el saco, lo miró y vi en sus ojos que le gustaba el color y le gustaba al tacto, le di las medias y sonrió mientras decía que le venían bien por el frío. Le pregunté si prefería dulce o salado, eligió lo primero y le pregunté cuáles eran sus galletitas favoritas, eligió las mismas que yo amo! Las Ópera de Bagley. 

Compré las galletitas y algo para tomar, le entregué todo. Cuando me despedía me dijo "lindo perfume" y lo saqué de mi mochila y se lo di. 

Vi sus ojos maquillados con colores vivos, sus cejas delineadas con histeria, sus uñas roídas con pinceladas de varios colores que se amontonaron con el tiempo y no pude evitar explicarme una vez más que no puedo cambiar esa realidad, no puedo insertar a nadie en un sistema que no conozco bien, no puedo entender por qué hay quienes terminan viviendo así y tampoco puedo hacer todo por todos pero sí puedo un poco hoy, un poco mañana y vos por alguien más hoy y mañana por otro y habremos hecho mucho. 

Hoy ella se pondrá su perfume y soñará quizás, con algo que la salve un rato. Y dibujará algo nuevo mientras sus ojos se pierden entre las luces de una ciudad llena pero vacía. 

Yo no la voy a olvidar. Y no será nunca más una desconocida para mi. Y voy a desearle hoy y cada día que las casualidades la llenen de bonitos ratos, chiquitos, sutiles pero maravillosos. Después de todo de eso vivimos. 


sábado, 17 de octubre de 2020

Una señal

 Hace diez años mi vida era un viaje que oscilaba entre sueños profesionales que se cumplían, una vida personal que me ponía ante el enorme desafío de sacarme el peso inmenso  de una alianza del dedo anular y la fabulosa oportunidad de conectar con el mundo que vive cuando todos duermen.

Por aquellos días dormía poco y mal. La música era por primera vez en mi vida el único escenario posible.  Trabajaba presentando canciones que  amo y que amaba en aquel entonces. La noche era mi día y me tocaba soñar mientras los demás vivían.  

Aquellos días aprendí de memoria el eterno camino verde del Ferrocarril Urquiza, fueron cuatro años subiendo a la formación que abría sus puertas a las 23.26 en la estación Agneta. Viajé cada noche en el primer coche contra la cabina del conductor, me sentía más segura ahí. Al subir estaban ocupando "sus lugares" los mismos que repetían el ritual como yo.  El señor de barba candado con su bolsito botinero se sentaba a la derecha mirando en la dirección en la que iba el tren, yo me sentaba de espaldas para ver el vagón.  En Tropezón subía un viejito parecido al de UP, siempre llevaba un delantal blanco y yo me animaba a decretar que trabajaría en una farmacia (no se bien por qué lo creo aún con convicción).

Fueron días parecidos a los de hoy.  Para mi no había mucho tiempo para ver a la gente querida, estaba en una relación asfixiante y la soledad era un buen eje para apoyar mis miserias y verlas de lejos porque, como sucede con el arte, de lejos se ve bien distinto y  en muchos casos se ve mejor.

Aquellas noches regalé mucho café y cigarros a algunos personajes de los cuales hablé en otros posteos, veía en ellos a mis posibles abuelos y me pregunté en qué momento y por qué esas personas se volvían familia de todos los seres de paso pero de nadie en especial. Lo cierto es que después de aquellos cuatro años viviendo a contramano del mundo tuve una especie de golpe de suerte y salí de mi lugar cómodo para el ego, dejé de presentar las canciones de Aspen  que tanto amaba y dormí durante un mes diez horas corridas cada noche, sentí alivio al entender que lo necesitaba.

No volví a experimentar un ritual callejero tan exactamente perfecto como el de aquellas noches hasta ayer.  

Paré un taxi en Riobamba y Corrientes, un señor grande se desdibujaba detrás del nylon que lo protegía de mi.  Me saludó cordialmente y me dio charla, habló sobre "religiones" siendo un "no creyente" (así se presentó) y le dije que conmigo podía hablar tranquilo porque estoy convencida de que algún día todos terminamos creyendo en algo. Me dijo que los días en los que está triste siempre sube la persona correcta y eso se convirtió en el mejor piropo que me dijeron en la vida.  Lo dejé hablar. Me dijo que su hijo había muerto cuando iba a una congregación religiosa y que él ama la vida pero algunos días se vuelven particularmente difíciles. Había tomado un taxi para no llegar tarde pero en la puerta del Garrahan estuve 20 minutos hablando con él. Don Mercado fue el mismo Einstein jugando con las agujas de mi relatividad y sus ojos llorosos y sus manos de tipo trabajador merecían mi tiempo, mi escucha y un lugar  en ese pedazo de corazón que se mezcla con la memoria.

Su dolor es el de muchos,  trece años no alcanzaron para que apareciera su cura.  Le recomendé un libro que me dio paz cuando perdí a uno de mis amigos, lo anotó con un pulso tembloroso y yo anoté en mi retina sus ojos vidriosos y el amor que se hacía lágrima con cada memoria.  

Después de tantos años volví a tener un recorrido memorable, me quedo con su voz y con su búsqueda porque cuando me dijo que no creía en nada no se dio cuenta de que cree en el universo y sus señales.



miércoles, 29 de julio de 2020

Lo escribí en Marzo de 2017 y hoy se publica así.

Así como Julieta esperaba en su balcón a Romeo, algunos -que no esperábamos tragedias- solemos amar los balcones, los jardines, las flores, las estrellas, armar una pequeña mesita en el parque con el césped recién cortado perfumando todo alrededor.

Yo amaba cantar sentada en mi ventanal.  La verdad es que era necesario para evitar acoples, pero empecé a disfrutarlo con el tiempo.  Como todo lo bueno en la vida, aquella vez no pidió permiso la música para tocar mi alma para siempre.  Recibí una invitación y fue la cita que repetí con nervios siempre porque cada encuentro era un desafío.

Una guitarra, un bajo, una batería, un micrófono. Ya podíamos empezar a soñar, lo hicimos durante 8 años. Así comenzó el camino.  Éramos tan  jóvenes, tan llenos de vida, tan eternos... teníamos ganas, corazón y nos faltaba vergüenza.  Cualquier espacio de dos por dos era nuestro estudio, era nuestro lugar en el mundo para sentir que había magia, una magia que nunca pudimos probar.

Suena "Nos veremos otra vez" y yo pienso en vos:  en tu pañuelo, en la musculosa blanca que tenías cuando te conocí, en tu seriedad, en tus gestos, en tu entusiasmo.  Delgado, desafiante y seguro, tan seguro que yo estaba a salvo en el escenario porque ahí estabas.

Te extraño tanto, tanto.  No me anduve permitiendo llorar porque tengo esa horrible sensación de que te regalo mi tristeza y quiero saber que donde estás, estás bien pero... es tan difícil por momentos.  Es que nos unió la música y yo vivo con ella cada momento, entonces te encuentro cuando en la calle pasa un auto y suena Divididos o cuando -como ayer- suena Kiss en Aspen con esa canción que cantábamos los dos.  Te encuentro entre mis papeles con las canciones que practicábamos, tengo tu letra y no paro de preguntarme qué querrías que hicieramos los chicos y yo con todo lo que nos quedó suspendido, nuestras canciones, nuestros sueños.

Hay despedidas para las que uno jamás está listo y yo no te quiero llorar querido amigo pero se acerca marzo y se que algo tuyo querría estar físicamente el lunes acá y ahí voy a estar, aunque mi presencia no llene nada, aunque se me parta el alma, aunque me vaya a doler su pequeña mirada.

Vos no creías en Dios y yo trataba de que una duda se sembrara en vos que creías en la magia y en el amor cuando estabas con tu familia y los observabas... yo te vi en mi sueño con alguien que te llevaba y te ibas feliz, por eso se que  estás con eso a lo que llamo Dios hasta que algún día (si corro tu suerte de irte al lugar bonito)  sepa ponerle el nombre correcto.

"Yo estoy con vos... nos veremos otra vez" a estas alturas se que es cuestión de tiempo, de una cuenta regresiva que todos tenemos para abrazarte una vez más.

Esto no es ni una carta, ni un poema.  Es algo así como una catarsis ahogada tirada al viento mientras se me cruza la imagen de Santy, la mirada de Me y la clara presencia de quien será eternamente un inolvidable amigo.



jueves, 2 de julio de 2020

Extraño

A veces extraño esos raptos de humanidad, no se si es la buena o la mala humanidad pero es esa que me permitía sentir que había sangre en mis venas.
El amor es una especie de yoga sin tanta ciencia ni silencio, es un momento quizás o puede ser la mismísima eternidad pero sin dudas es esa posibilidad de experimentar la vida pariéndose a sí misma, latiéndonos y lamiéndonos la espera.

A veces extraño los ritos, descifrar entre letras lo que escondía la sombra, ver a los relojes que se aceleraban y se detenían riendo como payasos siniestros por lo que se escurría cada vez que una aguja se encontraba con la otra. 
Extraño descubrir la poesía que escribía una hoja cualquiera cayendo y rompiendo el silencio.
Los andenes vacíos ya no esperan porque yo también he dejado de esperar aunque alguna sonrisa me atrape liberando las mariposas que secuestró la soledad.

A veces extraño los escenarios y los disfraces, la honestidad imposible, el valor de un tiempo que siempre era robado. A veces extraño todo porque era nada.


martes, 18 de febrero de 2020

Justicia por todos

Salí lo más rápido posible del trabajo porque quería ser parte, quería estar ahí, junto a los padres de Fernando.
Sin imaginarlo terminé cerca de todos.
Miraba buscando los carteles de Fernando y encontré muchas otras caras, algunos casos resonantes y otros tristemente no los recordaba. Entendí que no soy yo, no es mi memoria, es la reiteración de hechos que nos aturde, que nos llena el rígido y nos condena al olvido tarde o temprano.

Muchas veces se plantea que un criminal es producto de las posibilidades que tuvo y será responsabilidad de algunos eruditos debatirlo mientras yo, simple humano de carne y hueso, seguiré pensando que no hacer el mal es una decisión personal que no distingue religión, raza, sexo ni posibilidades socio económicas.

A mi derecha un rostro, dos pasos más a un lado otro rostro impreso en otro cartel y detrás de cada papel un familiar o amigo destruido.

La justicia nos debe mucho pero cuánto nos debemos nosotros?

Nosotros que vivimos pensando en lograr más. Qué carajo es lograr más?
Poner el traste en un 0km?
Tener un celular que tape nuestras limitaciones afectivas?
Una pantalla más grande que nuestras buenas intenciones?
Un hijo al que le aplaudamos todo, incluso que sea una porquería con su familia y con la sociedad?

Nosotros vivimos pensando en mostrar nuestra buena vida. Nosotros nos debemos sinceridad.
Nosotros que no hacemos honor a nuestras palabras.
Que enseñamos a los más chicos a "zafar".
Que nos reímos cuando nuestros niños se ríen de un negro, de un discapacitado, de un chino o de alguien que no encaja en el estúpido cuento fantástico que le contamos desde nuestra miseria.

Nosotros tenemos que hacernos cargo de nuestras sentencias:  que los chorros son víctimas de la sociedad, que los trabajadores son de derecha, que si votamos esto somos vivos y que el otro por votar distinto siempre es un pelotudo, que cumplir las reglas es de bobos y que respetar la ley es de poli, que la yuta madre, que la yuta iglesia, que las minas somos todas honestas, que los tipos son todos una mierda, que el periodismo miente si no es lo que miro.

Los valores se negocian, aunque vos no quieras, aunque yo tampoco. La impunidad existe porque lo permitimos, porque siempre hay un juez que vale lo que cabe en un sobre, porque hay un policía corrupto y también hay un docente corrupto y un almacenero que vende merca  a los pibes del barrio y uno de traje  que roba insumos del trabajo, uno con equipo de gimnasia que roba en su trabajo y uno que se pega al de adelante en el peaje y uno que maneja un micro con una birrita encima porque "no pasa nada, no seas gorra" y uno que y otro que y...

Y así estamos, con una plaza llena de nombres que esperan justicia y de madres, padres, hermanos, parejas y amigos que esperan lo mismo, la eterna deuda pendiente de la sociedad: JUSTICIA.

Ojalá los 11 vayan presos, ojalá Veppo también vaya preso, ojalá los violadores de Anahí se pudran en la cárcel y ojalá cuando un niño muestre señales abusivas contra una mascota u otro niño sus padres entiendan que mañana pueden tener que pasar los martes y jueves llevando empanadas a la cárcel en lugar de estar aprovechando promociones bancarias en el Shopping.

Educación hoy. Justicia hoy.
Por Fernando y por cada víctima de la violencia instalada en nuestro país.

A hacernos cargo.

sábado, 1 de febrero de 2020

Un país con buena gente

Años sin venir a la costa en temporada alta. Muchos cambios, la mayoría de las ciudades han crecido, más comercios, más ofertas y más gente.

Miro con romanticismo las vacaciones en la playa, tienen algo amoroso para mi. Un abuelo en el jardín de un viejo chalet, el primer verano de un bebé en la arena, los clásicos de siempre: la familia con la heladera y sus sandwiches, los mates con churros, la caminata a la noche por la peatonal y el clásico hipocampo que cambia de color según cómo está el día. 

Venía a ver eso pero me encontré con una ruta temeraria, todos sobrepasando vehículos compulsivamente sin el más mínimo conocimiento de la física y con un absoluto desprecio por el otro, ese que viene de frente. Vehículos sin patente, niños viajando en el asiento de adelante a upa de madres que no llevaban cinturón. Fue muy angustiante. Fue un ir deseando que todos lleguemos bien y que la estupidez de ese gran número de inconscientes no le saliera caro al resto. 

Pensé en silencio "parece una competencia por ver quién llega más rápido como si eso fuera a importarle a alguien más que al ego del que maneja, poniendo a sus propios seres queridos en riesgo".

Después llegó el momento de la playa, "por fin vamos a conectar con la naturaleza", pensé. En realidad conecté con la naturaleza, la humana! Salimos de la competencia de las ruedas para pasar a la competencia de los parlantes. Uno al lado del otro con altavoces del tamaño de un frigobar. ¿Qué carajo es esto?  pensé una y otra vez. Subiendo el volumen todos un poquito minuto a minuto y gritando, claro... nadie se puede escuchar entre sí con semejante superposición de ruido porque eso ya no es música, es ruido. No escuché el mar, NO LO ESCUCHABA! 

Quién lo tiene más grande no lo sabremos, definitivamente es difícil pensar que un niño crezca sano con tanta gente competitivamente ciega alrededor. Claramente lo que pasó con Fernando es otra muestra de lo deplorable que puede ser el ser humano que tiene tan poco respeto por el otro, por el espacio del otro, por el gusto del otro, por los tiempos del otro que vive queriendo tapar a ese otro.

Nada está separado de nada. Como somos en la calle somos en casa, en el trabajo, en nuestra familia y en nuestra conciencia. Hasta que no nos hagamos cargo vamos a repetirlo una y otra vez. 

Si lees esto y te lleva a cuestionarte algo, bienvenido sea, no está todo perdido.

viernes, 31 de mayo de 2019

Carta a quien quiera leer

Yo te quiero mucho. Daría lo que fuera por saber que vas a ser siempre feliz. Con el tiempo y con cosas que la vida me puso en el camino entendí que no siempre tenemos lo que merecemos y que muchas veces también creemos merecer algo que en realidad es demasiado generoso. Posiblemente estés pensando en cosas materiales pero no, yo hablo del tiempo. El tiempo no son minutos ni horas ni días, el tiempo es relativo y como dijo Einstein: un minuto con alguien amado es corto y un minuto quemandote el culo en una estufa es una eternidad. La calidad del tiempo marca la diferencia. Alguien que te cocina te regaló tiempo aunque no hayas estado mientras cocinaba, alguien que eligió un obsequio para vos gastó (además del costo del regalo) su tiempo. Alguien que decidió estar con vos antes de estar con otra gente, te regaló la decisión de creer que gastar su tiempo en vos no era un gasto sino una inversión.

La vida pasa por un lado que no cabe en fotos, que no tiene ciudad ni etiqueta. La vida pasa por cómo te hacen sentir los sentimientos ajenos, los gestos y los momentos ajenos. No es que la felicidad dependa de los demás, simplemente se trata de aprender a recibir todo con amor y no poner categoría a los afectos.

Quizás esté equivocada pero, siendo un cuelgue, con mis tiempos enloquecidos y mis habituales vistos clavados sigo pensando que nada me hace más feliz que saber que las personas en las que pienso cuando algo no funciona o cuando funciona perfectamente son quienes en los éxitos y avatares que les presenta la vida también eligen pensar en mi.


Qué suerte tener gente que te quiso cuando eras tierra y te quiere ahora que sos jardín, el desafío será que  el árbol no tape al bosque para no perderse solo en el camino. El desafío será poner los ojos en el cielo sin despegar los pies del suelo.


martes, 8 de enero de 2019

EnojArte


Pensaba en esos tantos ratos de "no se qué me pasa". En el fondo (que a veces no es tan profundo) lo sabemos bien.
Quizás no sea el momento de enfrentarlo, porque enfrentarlo sería pelear con ese pedacito cómodo de nosotros que vive poniendo afuera lo que vive dentro.
Recuerdo muchas situaciones de esas en las que me quedé sorprendida como observadora sin poder actuar porque simplemente no entendía qué pasaba ahí afuera entre dos que no eran yo y, que al parecer, tampoco eran ellos. Por defecto llegué a esbozar alguna frase inútil de esas que suelen ser nafta en lugar de agua: "bueno, no es para tanto" o "no quiso decir eso, seguramente" y en el fondo me decía a mi misma "qué carajo sabés lo que quiso decir o no?".  Reacciones, las llamamos.
"Cada acción produce una reacción igual y opuesta" postuló Isaac Newton. Eso suena hermoso pero no justificaría algunas reacciones humanas simplemente porque lo que da sentido a la acción primera es el valor que yo le doy. Lo voy a dotar de lo que cargue en mi mochila en ese momento. No tiene que ver únicamente con la forma de decir el mensaje sino también con la forma de escucharlo. Esa simple premisa debería servirnos para no ir tristes por los enojos ajenos, por esos que no entendemos, por los que quisimos solucionar sin suerte, por los que perduran, por los que restan.
Somos responsables de lo que decimos y podemos cambiar de opinión porque no somos lo que fuimos ayer y eso es lo más sano del mundo. Somos autores de diálogos que van a ser recibidos a gusto tal como las canciones son tomadas a conveniencia para dedicarlas a una pareja, cuando originalmente alguien la hizo para un hijo.
Somos responsables de lo que escuchamos y cómo decidimos interpretarlo, somos dueños de nuestros enojos y decepciones porque pretendemos que el mundo esté pendiente de lo que necesitamos en lugar de respirar dos veces antes de escupir basura estancada que (muchas veces) termina ensuciando a quienes no tienen responsabilidad de nuestra agenda.
Lo que interpretamos ES asunto nuestro. Interpretar viene de la vocablo *interpretis* que viene del latín y se le asignaba a los mediadores, a los que compraban y vendían. Quizás es hora de hacernos cargo de comprar adecuadamente y no cuando la billetera está flaca, pesan más las deudas de nuestros actos que las que se saldan con billetes.
Interpretar mejor habla de un mejor corazón, no porque sea bueno sino porque está más sano.
"Cuando apuntamos con un dedo, los otros tres nos están apuntando a nosotros." Una frase sabia que mi abuela regaló a nuestra familia.
Media pila, menos enojo y más amor

miércoles, 28 de noviembre de 2018

La chispa

Basta una chispa para que un cuerpo arda, para que su soberbia existencia llegue a parir cenizas, para que la realidad se perfume con las notas del olvido que son el alcohol en la herida de los que nos llamamos vivos.

Basta una chispa para que una mente arda para que se siembre una duda y florezca la calma, para que vayamos profundo y busquemos el oxígeno que sólo la verdad puede colgarnos en la espalda.

Basta una chispa para acomodarnos la vida, una chispa que sea duda, que sea música, que sea baile pero que arda. Que sea chispa para ser fuego, que sea luz o no sea nada.


Gracias por leerme.
Guada


jueves, 1 de marzo de 2018

Autorreferencial

Después de tantos textos de autoayuda, de mensajes en internet, de palabras subliminales, decidí escribir sin destinatario más que aquel que quiera ponerse una remera que diga "este palo es para mi".

Tengo casi 30 años, pasé el 99% de mis días con una sonrisa en mi cara. No siempre tuve más motivos para reír que para llorar, pero desde chica, vi a mi mamá siempre con una sonrisa aún cuando yo sabía bien que ya no tenía ni fuerzas para hacerlo, y así entiendo que estar bien no es un regalo de la vida. Es una actitud.

Yo no se todo, no tengo todo claro, no hago ni hice jamás todo bien. Pero lo intenté.

Me inventé mil reglas, todas muy firmes, aunque estos últimos meses traicioné algunas... Ya no se si se justifica que haya sido por amor.

Pero de algo estoy segura, estoy bien. Muy bien.

No estoy atada a nadie. Primero porque el amor no ata, el amor libera, segundo, porque uno se llega a conocer perfectamente, con estrellas y miserias, sólo en soledad.

Viajé sola y descubrí que mucha gente camina con otra de la mano y sigue igual de sola.

Aprendí a leer miradas, a escuchar el ahogo de gargantas desesperadas que gritan de pena sin decir nada... Y una y mil veces más me sentí feliz.

Feliz de estar tranquila conmigo misma. Porque alguna vez estuve con alguien que jamás supo cuales eran mis sueños. Y no busqué que nadie me sacara de allí... Sólo necesitaba encontrarme a mi misma. Darme cuenta de que sin felicidad, no vale la pena nada.

No se todo... es más, no se casi nada pero
hoy se que no existe peor miseria que creer que la lástima es un acto de bondad. No hay nada más triste que conformarnos con las migajas de la vida. No hay veneno que sea más letal que el de apagar los sueños antes de atrevernos a soñar.


sábado, 13 de enero de 2018

Talón, planta y punta

"Talón, planta y punta" decía mi abuela cuando hacía su descargo "antiojotas". 
-Así se debe caminar- sentenciaba. 
A veces la recuerdo diciendo eso.
En realidad, no la recuerdo a veces sino cuando me pierdo por ahí pensando en cómo no pensar en algunas cosas.

Talón, planta y punta... lo sigo usando.  Lo descubrí hace poco.  Un paso, otro y voy pensando en cómo apoyo los pies.  Algún amante de las terapias nuevas lo llamaría "caminata consciente" o algo así pero para mi es un momento en el que puedo dejar de pensar, lo intento o quizás logro que una manía nueva me permita quitar la atención de mis monotemas.

Talón, planta y punta... mientras hago fuerza para que no se me borre algún viejo recuerdo que necesito conmigo un rato más.  Talón, planta y punta... mientras junto todas las respiraciones necesarias que no son necesarias para decidir.

Cada uno tiene su plan de acción para liberarse de su miseria, para huir de su enemigo íntimo que es mucho más peligroso que el que está afuera (si es que existe).

Un paso, otro y estaremos cada día más lejos o más cerca.  La distancia y el tiempo pueden ser muy relativos y, aunque alguien asegurara que no es así, me pregunto si sabrá ese incrédulo cuán cerca de alguien se puede estar cuando te sorprende algún recuerdo y cuán lejos de alguien se puede estar aún teniéndolo a tu lado.

Talón, planta y punta para seguir caminando... para que la vida nos lleve al destino perfecto, al menos pensado.

Buen fin de semana a vos que leíste esto sin esperarlo. 


jueves, 9 de noviembre de 2017

Indalo

A ver a ver...
Vamos por partes, dijo Jack.
Leí en varios lugares  "que se caguen por trabajar para Cristóbal López".
La verdad es que nuestros jefes son otros (para los que trabajamos en radio).

No se en qué  cabeza entra la posibilidad de que presentando un tema de Carlos Vives, o de Los Redondos o uno de The Clash una locutora o locutor pueda ser funcional a una movida política. Muy desacertado. 

Por otra parte, me gustaría que también pensaran que los trabajadores de radio no son ese puñado de famosos que todos ven y conocen por su labor en la tele, la gente de radio son productores (que muchas veces ni son mencionados al aire) son operadores de aire y editores, son periodistas, humoristas y locutores que aceptan trabajos que nada tienen que ver con ser funcionales a un gobierno u otro. Hay casos en los que claramente hay fanatismos -ya sea por motivaciones económicas o simple amor al arte- pero no es justo meter a todos en el mismo saco.

Afortunadamente estamos en un grupo grande por lo cual nuestra suerte quizás sea mejor que la de los trabajadores de Radio América que tienen a sus jefes gastando fortunas por el mundo mientras ellos quedaron en la calle.

Durante años se ha cobrado cada sueldo en tiempo y forma pero esta vez hubo una demora que tuvo (como debe ser) una reacción y solidaridad instantánea entre quienes estamos en este medio y los oyentes que son quienes nos eligen pero también es justo decir que nuestros aportes jamás fueron realizados y no hemos sido lo justamente responsables en exigirlo, quizás por miedo a una respuesta que  haga sentir inestable nuestra continuidad laboral, quizás por ignorantes. Eso es algo que nos deben a todos... aportes.

Sigo pensando igual. Nos falta educación y conocimiento de toda la historia.

Por lo pronto, considero miserable que Tinelli se sienta afectado como cualquier trabajador, principalmente porque no olvido que cuando acudió a Indalo para rescatar Ideas del Sur, muchos trabajadores quedaron en la calle y nadie fue solidario con ellos. Tinelli es un empresario de los medios, pero empresario al fin y la SUTIL diferencia entre él y un simple trabajador radica en que lo que para un trabajador común es el "dinero para vivir" para él es una cena con su familia en algún restaurante cool al estilo "cheta del Delta". No es que quiera ser grosera porque no lo conozco pero a veces lamento que algunos ex pobres olviden que estando abajo la cosa no es tan linda.

La cuestión es simple, algún chorro de alguna manguera se cortó. Yo no fui parte de ningún negociado como no lo han sido mis pares, pequeñas hormigas que trabajamos muy abajo de la mansión que se ve desde afuera, por lo tanto no tenemos por qué sufrir los costos de las acciones de gente que vive del producto del trabajo conjunto.

Los sueldos fueron acreditados en gran parte ayer pero el clima que se genera es de bronca y angustia. Por eso te pido que no te confundas, los trabajadores somos los que pasamos las Fiestas acá adentro para seguir haciendo lo que nos gusta. Somos los que no conocemos feriados la mayoría de las veces y muchas oportunidades vas a ver que otros se llevan los laureles de gente que jamás escuchaste nombrar. Este reclamo no es de Kirchneristas sino de trabajadores que son mucho más que aquellos que se hacen famosos por fanáticos políticos. No te confundas y no nos confundas.

La fiesta la pagamos entre todos. Se quiera o no se quiera, cuando las cosas no se hacen bien, algún día se termina rajando el jarrón. 

Ojalá se solucione esto, dudo mucho que el pueblo quiera asumir los gastos de un multimedio... los grosos ya tienen cuentas abultadas, nos restará a nosotros pagar los platos rotos.

Gracias por leerme.

Gracias por entender que no somos todos lo mismo

sábado, 26 de agosto de 2017

Sin pasión

Sin pasión... un cuadro podrá ser una pintura pero jamás será "arte".
Sin pasión... un entrenamiento será sólo una rutina.
Sin pasión...  se puede tocar un instrumento y morir abrazado a él sin haber conocido jamás la magia que esconde la música.

Sin pasión se puede vivir y morir al lado de alguien sin haber sentido nunca que cada día es posible enamorarse de la misma persona, porque la pasión nos mantiene tan puros que podemos sorprendernos de la persona que elegimos como si recién la descubriéramos.
Sin pasión... las cuerdas de una guitarra se vuelven una cárcel, un micrófono se vuelve un puente roto entre dos...
Sin pasión... la danza pierde la capacidad de alzarnos en vuelo, las profesiones se vuelven tramites, sellos, matrículas y recetas.
Sin pasión... las personas pierden el rumbo de sus sueños, se conforman con lo que les muestra cualquier espejo. 

Hacen de la vida una costumbre y de cada amanecer... tan sólo un día menos.

Sin pasión... un día descubrimos que nos pusimos viejos, que por no arriesgar y no amar cada gota de vida con locura, fuimos quemando etapas y tiempo.   Dejamos sueños, nos conformamos y también nos morimos de miedo.

Sin pasión... Sin pasión la vida sólo es tiempo.



Los Relojes Blandos - Obra del pintor Salvador Dalí

jueves, 17 de agosto de 2017

Algún día, quizás

Todos experimentamos en la vida muchos instantes en los que sentimos que es momento de cruzar la puerta.  Vamos firmes, caminamos decididamente, se escucha solo el retumbar de nuestros pasos.  Sabemos que no basta con asir firmemente el picaporte, es necesario abrir la puerta y correr el riesgo de dejarnos cegar con la luz que hay allí afuera.

Mientras nos repetimos en silencio palabras de auto convencimiento, se nos pasan otras cosas mucho menos importantes que la felicidad pero más seductoras... quizás. Qué habrá después? Cómo se sigue? y la marcha, lentamente, va siendo menos intensa, menos convincente, menos honesta.  Apenas si llegamos a rozar con la punta de los dedos el picaporte, lo miramos y de ahí al suelo nuestra mirada se hunde.  No es cobardía.  Es miedo.  El miedo y la cobardía son amigos pero no son lo mismo.

Volteamos y ahí está todo igual, ordenado, fijo, inmóvil... notas viejas en la heladera, más recuerdos que sueños, más lágrimas que risas, más olvido y en lo propio, cada vez más extraños.

Nos acostumbramos a recibir y no aprendemos a dar. O quizás al revés.

Vuelan las notas que nadie nota, vuelan los gestos que nadie agradece, vuelan las palabras que se dicen y que no tienen respuesta.  Entonces uno vuelve con la memoria a esos momentos en los que sintió que alguien había entendido de qué se trataba verdaderamente el amor.  Se rompe la fuente y brotan los sentimientos que no tienen a dónde ir.   Regamos nuestros propios labios con la sal de lo que nos hace sentir a medias.

Volvemos a mirar la puerta y nos preguntamos qué nos frena.

Nadie contesta, nos aturde el silencio.  Sabemos que no hay tiempo, nunca lo hay demasiado.  Nos sentamos, el sol cae y nos decimos en voz alta "afuera está nevando".  Miramos por la ventana, prendemos un cigarro y mientras el humo escapa, nosotros simplemente miramos.

"Mañana será otro día... todos pasan por estos estados" argumentamos para convencer a ese pedacito nuestro que pelea vehementemente intentando salvarnos.

Algún día, quizás.






domingo, 6 de agosto de 2017

Buenas compañías

Los granos de arroz son todos iguales.
No. Sí. Bueno, la diferencia es imperceptible.

Los granos de arroz no son todos iguales a menos que queramos creer eso.  No son todos iguales, a menos que no tengamos tiempo para mirar uno detenidamente y luego cederle las mismas chances a otro grano del montón.

Nada es exactamente igual, de alguna forma sería justo preguntarnos si esa capacidad de empardar todo o esa incapacidad de diferenciar algo se pueden modificar para volvernos mejores personas, mejores maestros, mejores comunicadores, mejores hijos, mejores novios, amantes, mejores humanos.

¿Valen más mil regalos o uno deseado?
Es evidente que podemos llenar nuestras vidas de compañías que no tengan sentido alguno, podemos hablarle a un ente, podemos recibir regalos de a montones de gente que -teniendo todo para conocernos- nos desconoce porque así lo decide.

En este mundo de tantas soledades me duele tener suposiciones con olor a certeza de que muchas de las personas que conozco están solas porque están más preocupadas en cumplir con los requerimientos frívolos de los de afuera que en experimentar la tranquilidad de haber reconocido en un planeta tan lleno alguien que pueda brillar aún cuando las luces se apagan.

Cada vez que veo un meme con la Princesita Karina y el Kun, me pregunto cuántos de los que se ríen de ellos dos hubiesen sobrevivido a una relación en la que desde el minuto cero te están insultando por pesar 10 kilos más de lo que pretende el lector (que difícilmente cumpla con los patrones de belleza que le impone al resto).  No le perdonamos nada al demás, escupimos estupideces para intentar convencer sobre una realidad que no tenemos ninguna obligación de vivir.  

Yo nací en Recoleta, viví algunos años en Bella Vista, luego viví en un barrio muy humilde de José C. Paz, volví a Bella Vista y nunca olvidé que en aquel barrio que dejé atrás conocí a una de mis mejores amigas hasta el día de hoy, no olvido los ejemplos de trabajo y amor que veía en las familias del que fue mi barrio por tan poquitos años, no olvido a los hermanitos del viejo almacén de la esquina: Rosario, Pico, Baco y cuatro hermanos más. Supe que se convirtieron en profesionales y aunque no se nada más que eso, me emocioné cuando la vida adulta me cruzó con esa noticia.  Yo había sido testigo de que la humildad y el sacrificio dieron frutos dignos de resaltar (lamento no recordar el apellido de ellos).  

Vacacioné en Gualeguaychú, en Mendoza, conocí hosterías, hoteles, dormí en el piso de la habitación de los tíos que nos abrían sus puertas cuando aparecíamos sin avisar.  Vacacioné en Las Toninas y me importó tres carajos si era cool o no porque a los 16 años, estar con mis amigas era un plan nuestro y lo vivíamos para nosotras y no para el resto.  Fui a buenos colegios y eso no me hacía sentir más que nadie, me hacía sentir responsable de honrar el esfuerzo de mis viejos que querían brindarnos lo mejor.  

Me tocó la cabeza Slash cuando era una pequeña. A los 17 años estuve charlando con Liam Gallagher mientras trabajaba cubriendo el puesto de mi abuela en uno de los hoteles más lujosos de Retiro (trabajo que hacía ilegalmente porque para mi abuela las reglas debían ser rotas de vez en cuando y especialmente cuando a ella le convenía para irse de vacaciones jaja).  Me quedo con los mates que compartí con Nico y Nacho cuando tocaban la puerta de casa a las 7 de la mañana después de sus juergas bolicheras, me quedo con los asados en el patio de casa, sentados en sillas una de cada puerto porque éramos demasiados como para poder conservar la estética  y porque nos importaba más amanecer juntos el último día de clases que preguntarnos si ese era un encuentro de nivel o no.

¿Qué carajo es el "nivel" si uno es proporcionalmente infeliz? 

Usé "carajo" dos veces y no me enorgullece usar lenguaje soez porque creo que si al escribir tengo tiempo para pensar dos veces las cosas, es propicio hablar bien.  El asunto es que veo tantos infelices ahí afuera que se me estruja el estómago de ganas de gritarles!!!!!

Loco!!  Abrazá a tu mamá, a esa que te parió o la que te lleva en el corazón desde la primera vez que te vio.  Perdoná, perdoná y perdoná porque alguna vez vas a necesitar que te perdonen y porque perdonar hace bien!!!  Hace tan bien que un día te vas a dar cuenta de que te olvidaste qué fue lo que te hizo enojar!    Estás en tu cama mientras te cruzás con este texto?  Estás solo?  Pedile al universo lo que quieras que Dios o eso en lo que creas nos escucha mejor cuando estamos en soledad.  Estás con alguien?  Si es la persona que le hace bien a tu mundo, dale un beso, así... de la nada, sin motivo, porque no hay motivo para querer, no hay motivo para decirle al otro lo que sentís, no hay motivo pero hay tiempo y eso es lo que no tenés que perder, el tiempo.

Soñá pero no lo cuentes porque la envidia tiene sueño liviano! 

Pensá dos veces antes de decir las cosas porque a veces dejamos que nuestra miseria salga con más facilidad de lo que salen las cosas que verdaderamente valen la pena.

Te enamoraste del verdulero  y  sos una "nena bien", que te importe poco lo que diga el resto.  No vinimos acá para cumplir los mandatos de un puñado de frustrados que quieren contagiarnos.  
Que los kilos no te definen, que tu color de piel no te pone de un lado o del otro de la intelectualidad, que seguir a la manada no está bien ni mal, que los billetes no tapan los agujeros del corazón, que ser fiel no es una condena y dejar de serlo no es un delito porque primero hay que saber que al único que le debemos eterna fidelidad es a ese/a que vemos en el espejo!

Algún día vamos a entender que las fotos perfectas están llenas de efectos porque lo perfecto no puede ser retratado jamás.

Te deseo gente de "nivel"... gente que nivele tus emociones, que nivele tus ansiedades, que nivele tus sueños y que nivele tu energía para que llegues siempre a donde quieras llegar.

En fin... un divague en voz alta.  Gracias por leerme.


jueves, 22 de junio de 2017

Anselmo

Nadie sabe bien de qué se trata este camino, un camino que no ando por primera vez.
Ser solitario y estar solo no son lo mismo, me alegra ser lo primero y no conocer lo segundo.  De alguna forma vale la pena preguntarse si cuando todo cae alrededor y dentro de uno, va a haber alguien ahí afuera intentando darte una mano desesperadamente como si se tratara de una cuestión personal.

Desconocer algunas personas nos hace conocer a otras y ese es un negocio que ningún ser de buena cepa debería perderse como experiencia.

No están siendo los mejores tiempos.  Eso es real.  De alguna manera estoy confirmando que es demasiada alta la proporción humana que despierta cada día con la leve sensación de que cuando el juego termine, irán a parar a un lugar distinto al que irán a parar en verdad.  Todos: reinas, reyes, caballos y peones terminaremos en la misma caja, con la luz apagada y de cara a nuestra propia miseria.

Alguna vez leí por ahí que uno ha de mirar desde arriba a otro sólo si es para ayudarlo a pararse y sin dudas es así.

Anselmo era un viejito que dormía en la vereda del nuevo Mercado de Pulgas cuando yo trabajaba en la trasnoche de Aspen.  Si yo llegaba más de media hora antes, me quedaba en Dorrego y Córdoba tomando un té con limón para paliar el frío y la hostilidad de la noche, habían sido años de muchos cambios, de realizaciones y de mucha música calmando mis fieras.  A veces, cuando se llega a donde uno no sueña el cariño con el espejo nos nubla la vista y es algo a lo que le tengo mucho miedo.

Recuerdo que aquel lunes posterior a despedir a mi abuela recordé que en la vereda había un viejito que parecía no importarle a nadie, incluso no me había importado ni siquiera a mi que era testigo de su paisaje nocturno.  Aquel día antes de irme de mi previa laboral, lo recordé a él  y recordé su cajita de cigarros siempre cerca, pedí un café para llevar y unos rubios y salí con mucha ansiedad para encontrarlo.  Allí estaba, tapado, con la cabeza apoyada en un almohadón amarrado a su carro... me acerqué con algo de miedo -lo confieso- y le dije:  Hola amigo! Él se sobresaltó moderadamente y lo primero que hizo fue peinarse con las manos. Sentí ternura.  Me hinqué sobre mis rodillas y -mientras le daba el vasito de café y los sobres de azúcar- le dije: "esto es para vos, hace mucho frío... no?".  Él asentía con la cabeza y dejaba brotar un dejo de timidez que hacía que sus ojos negros brillaran mucho más en su rostro nevado por el paso de los años.   Por un momento creí que estaba emocionado y para romper la nostalgia de un posible gesto de amor pasado golpeando su memoria le dije:  ahh  ya me olvidaba!!! estos cigarros (aunque hacen mal) son para vos, no fumes mucho!"  Él se sonrió y me dijo "Gracias nena".  Le acaricié el brazo y me paré para ir a mi cálido estudio de radio.  -Me llamo Guada y vos?  -Anselmo, me llamo Anselmo.  -Hasta mañana, Anselmo!

Me fui con más cosas en el corazón de las que jamás había tenido.  Quizás fue mi forma de acariciar a la distancia a mis abuelos.  Quizás, sin saberlo, lo hice más por necesidad propia que por la necesidad de él.  Me llevé su sonrisa y me hizo mucho más ameno aquel momento.  Él no tenía nada, no tenía ni la mirada de los que pasábamos esquivándolo como se esquiva un pozo.  Yo tenía mucho y no lo estaba viendo.

El poder es relativo.  La generosidad también.
Siempre hay alguien arriba nuestro.
Siempre hay alguien debajo.
Siempre cambiamos.
Siempre cambian las circunstancias.

Todos vamos a ser recordados por lo que fuimos con y sin poder, generosos y avaros.
Lo bueno de estar abajo es descubrir cuánta gente te recuerda bien o no. Lo bueno de estar arriba es saber que es posible doblar las rodillas para ponernos a la altura de los otros: los menos suertudos, los locos, los que no quieren ser parte del sistema, los que se escaparon de todo.

Desde junio de 2013, cada noche teníamos nuestra cita breve. Un chocolatín, un café, un paquete de galletitas, unos cigarros.  El 31 de diciembre fue mi última trasnoche y cuando pasé para verlo, lo saludé y le conté que esa sería mi última visita... brindamos con dos latas de gaseosa y le dije:  Gracias por todo, Anselmo.  Él no entendió mi agradecimiento.  Nunca supo que me enseñó muchas cosas que jamás voy a olvidar.

Estos no están siendo los mejores días pero creo que por algo lo recordé a él.  Quizás porque estoy viendo varias rodillas dobladas para ayudarme a andar.  Será cuestión de no olvidarme jamás algunos nombres, algunas caras, algunas palabras.  Será cuestión de celebrar cualquier avatar que ponga a prueba el valor innegociable de la libertad.








domingo, 21 de mayo de 2017

Vida

Los desvelos tienen nombre. No de alguien únicamente.  A veces son vidas de las que no sabemos nada.

El ser humano tiene en el mismo ejercicio de su libertad la posibilidad de arriesgarse o no. Desde afuera, con los supuestos ajenos es fácil decidir pero cuando nos vemos obligados a dibujarnos en eventuales situaciones, corremos riesgos.

Escuchar lo que no queremos, de la boca que jamás hubiésemos querido, nos deja ante la obligación de decidir arriesgarnos o no.

Dice la frase "el que avisa no traiciona" y es esa, quizás,  una forma de suspendernos en el tiempo y en un espacio al que -depende la circunstancia- podemos dejar de pertenecer rápidamente.

Si sucede, ya sé lo que pasará.
Puede suceder.
Sin embargo uno insiste en creer que las cosas quizás no vayan a ser tan hostiles, pero en el fondo sabemos que lo serán.

Luego llegará el tiempo de los culpables, miraremos para otro lado.

Lo que era bueno, ya no lo será tanto.

En este mundo en el que evangelizar filosofías baratas de mentes disociadas del corazón es tan recurrente, algunos no deberíamos exponernos tanto.

Le tenemos miedo a algunas palabras y otras las escupimos como dardos sin sentir espanto.

Decidir... esa es la historia.

viernes, 12 de mayo de 2017

La puerta

Los últimos días, algunas charlas me han llevado a una idea gráfica que sirve mucho para plantearse la vida.  La puerta se hizo para entrar o salir, no para quedarse parado bajo el marco. El que se queda ahí, molesta. No entra. No sale. Molesta al que quiere entrar. Molesta al que quiere salir.

La vida es eso.  Cuando uno abre una puerta siempre espera algo: los pesimistas, algo que los ahuyente, casi como si fuera un mecanismo de defensa que los aleja de cualquier nueva oportunidad o riesgo (para estar a tono con la naturaleza pesimista).  Los optimistas suelen desilusionarse a menudo pero tienen un plan B para hacer que la decepción sea revertida con alguna idea creativa que termine haciendo que todo luzca como esperaban.  

Las puertas fueron hechas para separar lugares, para apartar ambientes, para que cada uno pueda ser un lugar en sí mismo aunque esté dentro de otro gran espacio.  Es la vida misma. 

Cuando abrimos una puerta nos estamos dando la oportunidad de encontrar nuestro lugar en el mundo: la puerta de una universidad, de un auto, de una casa, de un café.  Quizás después de la puerta que abras hoy, tu vida cambie para siempre ¿lo pensaste?

Quizás lo único necesario sea hacerlo con la convicción de que más allá del resultado, la intención es que sí funcione. 

Que no haya puertas a medio abrir por las cuales pasen cosas pequeñas que estorben o por las cuales cualquiera puede espiar el íntimo momento de uno mismo abrazando sus sueños.

A veces son muy necesarios algunos portazos, aprender a dejar en el pasado lo que es del pasado, aprender a acotar el mundo a presencias de calidad porque en la moda como en la vida, menos siempre es más.

Es cierto que la vida nos puede sorprender, pero de alguna forma tengo la impresión de que eso no sucede hasta que no podemos desligarnos de esas viejas costumbres, de personas que no nos dejan nada y que se quedan ahí paradas, bajo el marco de la puerta, haciendo que la luz entre a medias y dejando en nuestra retina una imagen que se nos clava como una espina.

A veces son necesarios algunos portazos, aprender a dejar en el pasado lo que es del pasado, aprender a acotar el mundo a presencias de calidad, a presencias reales, a presencias genuinas.  La gente indicada no va a darnos beneficios, va a hacernos mejores personas y eso es algo que queda para siempre.  Aún esos que nos hacen mejores personas, cuando se van, cierran la puerta porque hicieron su tarea.

No se trata de terminar mal.  Se trata de terminar.  Cerrar la puerta a lo viejo para descansar, volver a abrir la puerta y dar así, paso a lo nuevo.

Cerrá tu puerta. Acostate. Mirá el techo y decí: "estoy list@ para lo que viene". Así será. Mañana será otro día, aparecerán otras puertas y detrás de cada una de ellas, una nueva oportunidad.  
Voy a estar deseando que elijas la mejor.

Por cuestión de respeto no voy a dar el nombre de las dos personas que me inspiraron estas líneas pero, conociendo mucho a una y casi sin conocer a la otra, GRACIAS.  
Nada de lo que viven los demás pasa por mi costado sin ser un mensaje.



sábado, 6 de mayo de 2017

Ahí viene el sol

Hoy me desperté y vi el cielo de un color fucsia estridente mezclado con anaranjado y con un celeste que hacía todo por sobrevivir.

No es que no haya visto estos colores antes, no es que sea este el mejor cielo, no tiene nada de especial (astronómicamente hablando).  Lo especial tiene que ver con cómo lo veo hoy.

Hay una frase que repite alguien a quien adoro y dice "uno conoce a la pareja de uno cuando se separa" y si bien no puedo dar demasiada fe sobre este comentario, sí creo que tiene que ver con el sabor de la despedida y con la forma en la que actuamos cuando algo ya no funciona.

Tener que despedirse es una forma de matar algo nuestro, es saber que nos va a faltar parte de nuestro folklore, de nuestra falaz armonía que está abrazada siempre más al miedo que a los propios deseos.  Es que en las despedidas se siente miedo más allá de cualquier convicción.

Hoy miré el cielo y se veía distinto, como más encendido, como más vivo, como si quisiera demostrarme que es lindo y está ahí para mi, como si quisiera implorarme que no lo cambie por otro cielo.  Parece una locura pero las despedidas, en definitiva, son eso.  Tener que decir "adiós" es una forma de crecer, ya lo dijo Cerati y a veces es parte de elegir lo mejor, de quedarnos con lo que nos representa un desafío, con lo que nos va a obligar a romper algunas costumbres porque algo mejor nos espera.

Ahí viene el sol, amenaza con mostrarme su mejor versión, con darme su calor un día más para que no me olvide jamás que fue mi compañía muchas veces, que fue testigo de cosas que ni yo misma se; viene feliz porque sabe que siempre le agradecí que estuviera.

Ahí viene el sol y se me llena la retina de imágenes de los momentos en los que fui muy feliz.  Sólo vienen esos momentos y esa es una elección inconsciente de lo más atinado que puede sucederme hoy.
De fondo, la voz de George Harrison me acaricia los oídos y me deja soñar un rato más.  Me invita a pensar en los motivos que hubo para que cada cosa sucediera, porque por más Dios y estrellas en el cielo, el camino se hace andando.  Tuve muchos motivos, muchos sueños que parí en este mismo balconcito que hoy veo tan perfecto.

Me invade una pregunta: ¿debería uno irse de los lugares en los que se animó a soñar grande? y la respuesta llega con este sol.  Por supuesto que sí, porque hay mucho más ahí afuera.

Mientras algunos buscan ganarle a otros, yo sigo la batalla más dura pero la única que me importa.  Algún día voy a mirarme al espejo, voy a tener mis ojos grandes llenos de arrugas, voy a tener mis aritos de perlas, voy a sonreír y voy a decir "siempre elegí bien, gracias Dios".  Uno no se puede equivocar demasiado si entre tanta lógica le da lugar al corazón.

Me deseo un buen viaje... a muchos lugares en los que brille el sol, a muchos lugares en los que siempre haya algo por aprender y gente a la que admirar, a lugares donde podamos pasar largas horas con amigos de esos que siempre saben estar, a muchos lugares en los que la gente "importante" valga por lo que guarda en esa caja fuerte a la que llamamos corazón.
 

jueves, 4 de mayo de 2017

La ballena azul

Los tres fenómenos de la semana tienen que ver con las nuevas tecnologías, con las nuevas opciones para recibir mensajes y decodificarlos.  

En las últimas horas, la caída de WhatsApp casi deja sin aliento al 90 por ciento de los usuarios que, por lo que duró la caída del servicio, se empezaron a preguntar qué era lo que pasaba antes de que existiera esa red social, qué hacían.  Cada uno hace de su vida y su tiempo lo que quiere, así que es irrelevante mi opinión en algo así de subjetivo, sin embargo no deja de ser llamativa la reacción generalizada ya que hay gente que pensó en demandar a la empresa por la caída de la prestación como si se tratara de una falla en la cobertura de una prepaga ante una situación de emergencia particular.  

Otro de los temas que está acaparando la escena de las comunicaciones y que despierta opiniones encontradas es el fenómeno "13 reasons why".  Es una serie original de Netflix que cuenta con la producción y la -ahora- defensa de una de las mega estrellas del público adolescente Selena Gómez. 

13 REASONS WHY relata la historia de una joven que decide suicidarse y dejar audios para que los "aparentes" responsables del bullying que la condujo a encontrar una salida en el suicidio fueran entendiendo que sin sus conductas, ella no se hubiese quitado la vida.

El tercero y (para mi) más importante de los temas tiene que ver con Blue Whale o La Ballena Azul, un juego que invita a los participantes a formar parte de una especie de sociedad secreta en red donde los jóvenes que son aceptados reciben instrucciones de diferentes retos (50 según detallan algunos medios) que ponen en riesgo sus vidas pero que, al ser superados, deben ser reportados al administrador del sitio mediante una prueba de vida. La culminación del juego está representada por un sacrificio humano propio, previa publicación en las redes sociales de un mensaje del tipo "...soy sólo un fantasma", "este es simplemente el fin", "el sentido se pierde" o simplemente "la culpa es de la ballena".

El origen del nombre se remonta a un dato de la naturaleza, la ballena azul busca encallar cuando ya no tiene más fuerzas y decide morir.  De alguna forma, el nombre intenta representar la voluntad de los que buscan ingresar al juego, jóvenes que no encuentran amor ni comprensión y que en el afán de pertenecer terminan en este macabro ritual. No es absurdo que esta práctica sea destinada a adolescentes, aprovechando la confusión, la tristeza, la incomprensión, la dificultad misma que conlleva atravesar esa etapa de la vida.  

Muchos padres están desesperados y se preguntan ¿Cómo es posible que un chico ingrese en eso?  o lo que es peor, piensan "mi hijo no entraría jamás en algo así".  Quizás sea ese el mayor error.  ¿Quién sabe lo que pasa por la mente humana?  Digamos que con ver las noticias, basta.  Cada vez que alguien comete una locura, no falta el testigo, el familiar, el amigo, el vecino que dice "jamás me imaginé esto, era una buena persona" y en ese caso estamos hablando de adultos.

"Problemas de chicos, problemas chicos" dice la frase.  Ya no es una cuestión de edades.  Los jóvenes están años luz de ventaja sobre sus padres. Entienden de tecnología, de privacidad (cuando quieren esconder algo) y entienden mucho mejor esto de "buscar pertenecer".   

El juego nació en Rusia, el autor es un joven de 21 años.  En nuestro país es mayor de edad pero si lo pensamos detenidamente, es un adulto primario, está más cerca de la edad de las "víctimas" que de la edad de cualquiera de nosotros.  Cuando le preguntaron a Philip Budeikin (21) por qué había creado esto, él respondió:   

“Sí. Realmente lo hice. No se preocupe, usted entenderá. Todo el mundo va a entender. Murieron felices. Les di lo que no tienen en la vida real: calidez, comprensión y comunicación”.

De todo el asunto, la respuesta de él, más allá de lo siniestra y escalofriante, termina confirmando que estamos rodeados de gente vacía.  No importa si son padres, hermanos, amigos, familiares o simples contactos en las redes sociales.  El marido coqueteando en Facebook con alguna mujer, la mujer buscando a su primer amor en Twitter, los hijos con la cabeza pegada a la pantalla las 16 horas que están despiertos, los novios de la mano y ocupando la otra con WhatsApp.  

Nos juntamos con otros para llenar el vacío que nos dejan las redes sociales, cuando la lógica sería espectacularmente inversa "llenar el vacío de no estar con los que queremos usando las redes sociales".

Yo no me preguntaría tanto por qué un chico de 21 años captó la atención de tantos adolescentes sino, por qué no somos capaces de valorar las cosas que decidimos -por soberbia- llamar "simples" de la vida.  Qué no nos asombre que otro se lleve lo que no vemos.

Es cierto, hay relaciones que van a durar mucho gracias a las redes sociales.  Es cierto, ahí mostramos sólo lo que nos gusta de nosotros.  Es cierto, ahí somos impunes. No nos importan los sentimientos, no nos importa el sufrimiento ajeno.  Si alguien se droga lo estigmatizamos pero jamás nos preguntamos por qué, hablamos a sus espaldas pero no somos capaces de usar estas mismas herramientas para decir "estás bien?, nececitás que hablemos? un abrazo?" Es cierto... "garpa" mucho más mostrar la frivolidad aunque el 50 por ciento de las personas se sienta sola en sus proyectos y sienta que no ve su futuro.  Es cierto todo.

Estamos demasiado ocupados. 
  
No nos extrañemos si un día, al levantar la cabeza, nos damos cuenta de que estamos realmente solos.


viernes, 28 de abril de 2017

Ella

Con cada muerta se alimentan las religiones y se leen discursos que hablan de lucha y de "vamos pibas" como si estuviéramos todos locos! No es ciencia ficción. Estamos a años luz de las soluciones porque hay más diseñadores y publicistas pensando frases de impacto que abogadas, fiscales y juezas con ganas de llevar el cambio necesario al lugar indicado. Que queremos que sepan lo que es el feminismo, está claro. Que queremos arreglar este espanto, no.

Algún tiempo atrás alguien comentaba en una vieja publicación que hice: "amo tu lucha, amo verte indignada,  amo..." . Pura poesía.  Eso fue hace 6 meses. Del 1ro de abril a hoy van 27 mujeres muertas (en su mayoría luego de ser violadas).

Con todo respeto, lucha es la que cada mujer batalla sola minutos antes de morir.  El resto es decorado. Tan decorado como soy yo en esta historia.

Cuando murió Micaela todas las fotos de perfil eran de ella con la remera del #NiUnaMenos pero antes, mientras la buscaban sus padres, no compartían su foto. El amarillismo nos supera.

Desapareció Araceli y por ser una piba de San Martín se trató el caso con el desprecio que reciben "los del conurbano". O debería decir "recibimos".

Lamento mucho seguir sintiendo que llevamos esto a un costado fanático que resalta aún más nuestra debilidad ante los ojos de quienes son capaces de tratarnos como cosas. Hacernos sentir poderosas nos convierte en minas que van a la calle a inmolarse porque no hay un sistema legal que nos ampare ni nos proteja.

Matar es demasiado barato en nuestro país. Mientras siga siendo así, todos podemos aparecer en bolsas, en cajas o simplemente no aparecer.

No pasa un mes desde la aparición del cuerpo de Micaela y ya estamos ante otra noticia, que por reiterada, pareciera que va perdiendo su cualidad de espanto.  En el medio hubo muchas más y no nos alcanza el tiempo para aprendernos los nombres.

La moral humana es nuestro héroe y nuestro verdugo.  Cuando suceden casos que estremecen a la sociedad se oye un sollozo que corea con indignación un "qué hijos de puta".  En plural.  Porque sabemos que son los que son y son los potenciales.  Si por casualidad alguna persona se dejara llevar por la ira y pidiera pena de muerte, saldrían muchos a decir que no porque quitar la vida a otro es una barbaridad y porque Dios... y porque "para algo está la justicia".

En el medio aparecen los análisis discursivos que sostienen que decirles "hijos de puta" es otro abuso contra el género.  Nos deja pensando, sí.  Definitivamente no cambia la historia.  Todo sigue este curso deprimente.

Para mi la justicia no existe más que en el obrar de cada uno de nosotros, con nuestras reglas, nuestras miserias, nuestros resentimientos, nuestras sobras humanas.  Lo que existe es una ley, que fue escrita en tiempos remotos en los que ser una porquería humana no era tan grave en algunas circunstancias y donde ser un criminal muchas veces dependía del tipo de víctima.  Los tiempos cambiaron, algunas leyes también, pero mientras haya quienes defiendan legalmente a criminales, las penas serán leves y seguirán siendo el principal motivo de semejante avalancha de abusos.

En Argentina tipos como Pierri defienden a tipos como Mangieri, sabiendo que el portero fue un tirano que robó algo que nunca va a poder devolver, una vida.  Entonces es cuando me pregunto qué pretendemos como sociedad si la regla con la que medimos las cosas no tiene que ver con la vida sino con quién es el asesino o quién es el asesinado.  No evolucionamos mucho con respecto a aquel momento en el que los esclavos eran negros porque "los negros servían sólo para ser esclavos".

No te metas. No hables de esto porque no te conviene, no digas lo que pensás porque te van a putear, no te metas con las agrupaciones porque te van a saltar a la yugular.  Y así estamos.

Estos seis meses se llenaron muchas plazas y calles y hubo muchos carteles rosados y se repitió #NiUnaMenos pero no deja de ser una publicidad y, perdón, pero es mi sentimiento y mi pensar.  De qué sirvió?  De qué sirve?  Tenemos un Congreso lleno de estúpidos y estúpidas (que para el caso es lo más triste) que decretan el día del vino con celeridad pero que están rogando cumplir su mandato para librarse de elegir lo que necesitamos de verdad.

Obvio que nos van a matar, la muerte en nuestro país es la peor epidemia.  Me permito creer que esto no tiene que ver con el género sino con el status.   Muchos de los que hoy se horrorizan con estos casos no dijeron nada cuando el retrógrado dueño de prostíbulos Zaffaroni consideró que una violación con la luz apagada resultaba una vejación "no tan traumática" refiriéndose al caso de un menor abusado. No me queda otra opción más que pensar que somos un par de monos con telefonía de avanzada, aparentando y transcurriendo miserablemente; todo lo pasamos por el tamiz de la política y todo lo llevamos a ese lado pero no desde una mirada aguda y crítica, sino desde una mirada futbolera, como si se tratara de bandos.

Hace pocas horas encontraron un cuerpo enterrado en la casa de un hombre que había sido citado a declarar por la desaparición de Araceli.  Los medios publicaron su cara y le taparon los ojos.  Me conmueve y me llena de ternura cómo se cuidan ciertos detalles. No le publiquemos la cara, mirá si el cuerpo no es de Araceli y nos hace juicio!  Finalmente era ella.  Me quedo en el tratamiento de la noticia, no hay noción de lo importante.  Buscamos a Araceli, si en el proceso se encuentra otro cuerpo en la casa de un sospechoso, ¿por qué lo cuidamos?

A ver!!!  Tiene un cuerpo enterrado en la casa!!!  Un cuerpo enterrado!!! Un cuerpo!!!

¿Qué nos pasa que no podemos poner el foco en las cosas importantes?
¿Por qué cuidamos la identidad de gente que no sirve para nada?
¿Cómo es posible que en estos tiempos de tantos logros femeninos, no podamos -con la cantidad de mujeres que llegaron al Congreso- meter presión seriamente para endurecer las penas?
¿Qué problema hay con "endurecer"? ¿Qué trauma tiene esta sociedad con eso?
¿Por qué estamos tan inundados de indolencia?

Vengo con mucha angustia porque hace días fuimos testigos de la impunidad con la que Pablito García Aliverti llegaba y se iba manejando del lugar al que debía llegar -como mínimo- avergonzado por ser asesino de un tipo que iba a trabajar.   De todos los colegas que suelen opinar sobre actualidad y realidades sociales, sólo un puñado se pronunció al respecto.  Debimos repudiarlo todos!   Es un impune que llevó medio cuerpo humano dentro de su auto durante kilómetros sin siquiera parpadear.  Ese estúpido sigue manejando!

Ahí está mi concepto de justicia.  Justicia sería que él mismo no quisiera manejar aunque las leyes se lo permitieran.  Sería la justicia de su humanidad tratando de alejarse de un error que le quitara el sueño.  Pero no pasa.  No pasa porque estamos invadidos de gente espantosa.

Manejás borracho y todos te festejan.
Te drogás en fiestas electrónicas y sos cool, te drogás en una bailanta y sos una reventada que merecía morir.
Autos en las rampas, acomodo en todos lados, falsos arrastrándose por lugares de privilegio, tipos garcas, poderosos que compran todo (incluso vidas), gente que ama tener esclavos disfrazados, resentidos...

Todo depende.  Siempre depende.  Como decía mi abuelo:  Si tengo dinero en el bolsillo van a decir "Raúl está alegre", si ando pobre dirán "Raúl es un borracho de mierda".

Perdón, es injusto este detalle porque los que lo van a leer son justamente los otros. Esos a los que les duele Araceli, Micaela, Reinaldo Rodas, Lucía, Candela Rodríguez, los que no olvidan a María Cash, a Diego Peralta, a Julio López.

No me da miedo decir que quiero penas más duras.  Juicios ejemplares.
No es justo que manejar borracho, atropellar a alguien y llevarlo 17 km incrustado en el parabrisas del auto tenga como pena 4 años de prisión.
No es justo que un violador reciba una condena de 5 años. No es justo que a un violador se lo libere antes por "buena conducta" porque eso nos obliga a asumir que los jueces son estúpidos.  ¿Qué violador se portaría mal en la cárcel?
No es justo que no tengamos un político honesto! ¿Se dan cuenta?  No es justo porque yo conozco gente honesta, gente capaz, gente honrada.  ¿Por qué siempre ocupan esos lugares personas que no tienen facultades ni intelectuales ni "morales" para hacerlo?

No se trata de partidos políticos!
Se trata de nosotros!

Estamos jodidos. Por eso, nena: si leés esto, avisale a tus padres a dónde vas, quienes son tus amistades. Estás sola. No seas carne de cañón de este mundo mediocre que te toca.  Allá afuera van a decirte cosas ue te van a hacer sentir invencible pero sabés algo?  No es así, esa es la ilusión que tenemos las mujeres más grandes.  A vos te toca aguantarte este conglomerado de discursos facilistas que van a tener mártires desparramados por todos lados, mártires entre los cuales podés incluirte.  Cuidate hasta que podamos arreglar este mundo para vos o para tus hermanos menores.

Me quedo deseando que en un futuro haya menos jueces por legado familiar y más gente con ganas de trabajar por el otro. 

Once años atrás fui a denunciar amenazas tales como "vas a aparecer en una zanja" "te voy a llenar el estómago de plomo" y otras barbaridades. El que me recibió en la comisaría de Bella Vista nos dijo a mi madre y a mi "del dicho al hecho... no se haga problema señora que éstos no hacen nada". Mi mamá le dijo que a ella no le importaba su opinión, que tomara la denuncia. Yo fui afortunada al tenerla a ella. No todas las chicas tienen la misma suerte pero una década después siguen contestando lo mismo quienes nos deberían proteger.

Hay que cambiar muchas cosas. Demasiadas.

De egoísmo ya tuvimos bastante.

Pensaba de qué sirve que yo esgrima acá mi pena o mi indignación... en este ir y venir de ideas y de rostros que se van a quedar para siempre, se me ocurrió proponerles algo:  pidamos un plebiscito para solicitar con urgencia una modificación del Código Penal para aumentar la duración de las penas impuestas.  Que "cadena perpetua" sea una certeza de que un violador no va a volver a salir y de que, el que matá no lo hará nunca más.

Es nuestra deuda social con cada víctima.