Otras publicaciones

domingo, 21 de mayo de 2017

Vida

Los desvelos tienen nombre. No de alguien únicamente.  A veces son vidas de las que no sabemos nada.

El ser humano tiene en el mismo ejercicio de su libertad la posibilidad de arriesgarse o no. Desde afuera, con los supuestos ajenos es fácil decidir pero cuando nos vemos obligados a dibujarnos en eventuales situaciones, corremos riesgos.

Escuchar lo que no queremos, de la boca que jamás hubiésemos querido, nos deja ante la obligación de decidir arriesgarnos o no.

Dice la frase "el que avisa no traiciona" y es esa, quizás,  una forma de suspendernos en el tiempo y en un espacio al que -depende la circunstancia- podemos dejar de pertenecer rápidamente.

Si sucede, ya sé lo que pasará.
Puede suceder.
Sin embargo uno insiste en creer que las cosas quizás no vayan a ser tan hostiles, pero en el fondo sabemos que lo serán.

Luego llegará el tiempo de los culpables, miraremos para otro lado.

Lo que era bueno, ya no lo será tanto.

En este mundo en el que evangelizar filosofías baratas de mentes disociadas del corazón es tan recurrente, algunos no deberíamos exponernos tanto.

Le tenemos miedo a algunas palabras y otras las escupimos como dardos sin sentir espanto.

Decidir... esa es la historia.

viernes, 12 de mayo de 2017

La puerta

Los últimos días, algunas charlas me han llevado a una idea gráfica que sirve mucho para plantearse la vida.  La puerta se hizo para entrar o salir, no para quedarse parado bajo el marco. El que se queda ahí, molesta. No entra. No sale. Molesta al que quiere entrar. Molesta al que quiere salir.

La vida es eso.  Cuando uno abre una puerta siempre espera algo: los pesimistas, algo que los ahuyente, casi como si fuera un mecanismo de defensa que los aleja de cualquier nueva oportunidad o riesgo (para estar a tono con la naturaleza pesimista).  Los optimistas suelen desilusionarse a menudo pero tienen un plan B para hacer que la decepción sea revertida con alguna idea creativa que termine haciendo que todo luzca como esperaban.  

Las puertas fueron hechas para separar lugares, para apartar ambientes, para que cada uno pueda ser un lugar en sí mismo aunque esté dentro de otro gran espacio.  Es la vida misma. 

Cuando abrimos una puerta nos estamos dando la oportunidad de encontrar nuestro lugar en el mundo: la puerta de una universidad, de un auto, de una casa, de un café.  Quizás después de la puerta que abras hoy, tu vida cambie para siempre ¿lo pensaste?

Quizás lo único necesario sea hacerlo con la convicción de que más allá del resultado, la intención es que sí funcione. 

Que no haya puertas a medio abrir por las cuales pasen cosas pequeñas que estorben o por las cuales cualquiera puede espiar el íntimo momento de uno mismo abrazando sus sueños.

A veces son muy necesarios algunos portazos, aprender a dejar en el pasado lo que es del pasado, aprender a acotar el mundo a presencias de calidad porque en la moda como en la vida, menos siempre es más.

Es cierto que la vida nos puede sorprender, pero de alguna forma tengo la impresión de que eso no sucede hasta que no podemos desligarnos de esas viejas costumbres, de personas que no nos dejan nada y que se quedan ahí paradas, bajo el marco de la puerta, haciendo que la luz entre a medias y dejando en nuestra retina una imagen que se nos clava como una espina.

A veces son necesarios algunos portazos, aprender a dejar en el pasado lo que es del pasado, aprender a acotar el mundo a presencias de calidad, a presencias reales, a presencias genuinas.  La gente indicada no va a darnos beneficios, va a hacernos mejores personas y eso es algo que queda para siempre.  Aún esos que nos hacen mejores personas, cuando se van, cierran la puerta porque hicieron su tarea.

No se trata de terminar mal.  Se trata de terminar.  Cerrar la puerta a lo viejo para descansar, volver a abrir la puerta y dar así, paso a lo nuevo.

Cerrá tu puerta. Acostate. Mirá el techo y decí: "estoy list@ para lo que viene". Así será. Mañana será otro día, aparecerán otras puertas y detrás de cada una de ellas, una nueva oportunidad.  
Voy a estar deseando que elijas la mejor.

Por cuestión de respeto no voy a dar el nombre de las dos personas que me inspiraron estas líneas pero, conociendo mucho a una y casi sin conocer a la otra, GRACIAS.  
Nada de lo que viven los demás pasa por mi costado sin ser un mensaje.



sábado, 6 de mayo de 2017

Ahí viene el sol

Hoy me desperté y vi el cielo de un color fucsia estridente mezclado con anaranjado y con un celeste que hacía todo por sobrevivir.

No es que no haya visto estos colores antes, no es que sea este el mejor cielo, no tiene nada de especial (astronómicamente hablando).  Lo especial tiene que ver con cómo lo veo hoy.

Hay una frase que repite alguien a quien adoro y dice "uno conoce a la pareja de uno cuando se separa" y si bien no puedo dar demasiada fe sobre este comentario, sí creo que tiene que ver con el sabor de la despedida y con la forma en la que actuamos cuando algo ya no funciona.

Tener que despedirse es una forma de matar algo nuestro, es saber que nos va a faltar parte de nuestro folklore, de nuestra falaz armonía que está abrazada siempre más al miedo que a los propios deseos.  Es que en las despedidas se siente miedo más allá de cualquier convicción.

Hoy miré el cielo y se veía distinto, como más encendido, como más vivo, como si quisiera demostrarme que es lindo y está ahí para mi, como si quisiera implorarme que no lo cambie por otro cielo.  Parece una locura pero las despedidas, en definitiva, son eso.  Tener que decir "adiós" es una forma de crecer, ya lo dijo Cerati y a veces es parte de elegir lo mejor, de quedarnos con lo que nos representa un desafío, con lo que nos va a obligar a romper algunas costumbres porque algo mejor nos espera.

Ahí viene el sol, amenaza con mostrarme su mejor versión, con darme su calor un día más para que no me olvide jamás que fue mi compañía muchas veces, que fue testigo de cosas que ni yo misma se; viene feliz porque sabe que siempre le agradecí que estuviera.

Ahí viene el sol y se me llena la retina de imágenes de los momentos en los que fui muy feliz.  Sólo vienen esos momentos y esa es una elección inconsciente de lo más atinado que puede sucederme hoy.
De fondo, la voz de George Harrison me acaricia los oídos y me deja soñar un rato más.  Me invita a pensar en los motivos que hubo para que cada cosa sucediera, porque por más Dios y estrellas en el cielo, el camino se hace andando.  Tuve muchos motivos, muchos sueños que parí en este mismo balconcito que hoy veo tan perfecto.

Me invade una pregunta: ¿debería uno irse de los lugares en los que se animó a soñar grande? y la respuesta llega con este sol.  Por supuesto que sí, porque hay mucho más ahí afuera.

Mientras algunos buscan ganarle a otros, yo sigo la batalla más dura pero la única que me importa.  Algún día voy a mirarme al espejo, voy a tener mis ojos grandes llenos de arrugas, voy a tener mis aritos de perlas, voy a sonreír y voy a decir "siempre elegí bien, gracias Dios".  Uno no se puede equivocar demasiado si entre tanta lógica le da lugar al corazón.

Me deseo un buen viaje... a muchos lugares en los que brille el sol, a muchos lugares en los que siempre haya algo por aprender y gente a la que admirar, a lugares donde podamos pasar largas horas con amigos de esos que siempre saben estar, a muchos lugares en los que la gente "importante" valga por lo que guarda en esa caja fuerte a la que llamamos corazón.
 

jueves, 4 de mayo de 2017

La ballena azul

Los tres fenómenos de la semana tienen que ver con las nuevas tecnologías, con las nuevas opciones para recibir mensajes y decodificarlos.  

En las últimas horas, la caída de WhatsApp casi deja sin aliento al 90 por ciento de los usuarios que, por lo que duró la caída del servicio, se empezaron a preguntar qué era lo que pasaba antes de que existiera esa red social, qué hacían.  Cada uno hace de su vida y su tiempo lo que quiere, así que es irrelevante mi opinión en algo así de subjetivo, sin embargo no deja de ser llamativa la reacción generalizada ya que hay gente que pensó en demandar a la empresa por la caída de la prestación como si se tratara de una falla en la cobertura de una prepaga ante una situación de emergencia particular.  

Otro de los temas que está acaparando la escena de las comunicaciones y que despierta opiniones encontradas es el fenómeno "13 reasons why".  Es una serie original de Netflix que cuenta con la producción y la -ahora- defensa de una de las mega estrellas del público adolescente Selena Gómez. 

13 REASONS WHY relata la historia de una joven que decide suicidarse y dejar audios para que los "aparentes" responsables del bullying que la condujo a encontrar una salida en el suicidio fueran entendiendo que sin sus conductas, ella no se hubiese quitado la vida.

El tercero y (para mi) más importante de los temas tiene que ver con Blue Whale o La Ballena Azul, un juego que invita a los participantes a formar parte de una especie de sociedad secreta en red donde los jóvenes que son aceptados reciben instrucciones de diferentes retos (50 según detallan algunos medios) que ponen en riesgo sus vidas pero que, al ser superados, deben ser reportados al administrador del sitio mediante una prueba de vida. La culminación del juego está representada por un sacrificio humano propio, previa publicación en las redes sociales de un mensaje del tipo "...soy sólo un fantasma", "este es simplemente el fin", "el sentido se pierde" o simplemente "la culpa es de la ballena".

El origen del nombre se remonta a un dato de la naturaleza, la ballena azul busca encallar cuando ya no tiene más fuerzas y decide morir.  De alguna forma, el nombre intenta representar la voluntad de los que buscan ingresar al juego, jóvenes que no encuentran amor ni comprensión y que en el afán de pertenecer terminan en este macabro ritual. No es absurdo que esta práctica sea destinada a adolescentes, aprovechando la confusión, la tristeza, la incomprensión, la dificultad misma que conlleva atravesar esa etapa de la vida.  

Muchos padres están desesperados y se preguntan ¿Cómo es posible que un chico ingrese en eso?  o lo que es peor, piensan "mi hijo no entraría jamás en algo así".  Quizás sea ese el mayor error.  ¿Quién sabe lo que pasa por la mente humana?  Digamos que con ver las noticias, basta.  Cada vez que alguien comete una locura, no falta el testigo, el familiar, el amigo, el vecino que dice "jamás me imaginé esto, era una buena persona" y en ese caso estamos hablando de adultos.

"Problemas de chicos, problemas chicos" dice la frase.  Ya no es una cuestión de edades.  Los jóvenes están años luz de ventaja sobre sus padres. Entienden de tecnología, de privacidad (cuando quieren esconder algo) y entienden mucho mejor esto de "buscar pertenecer".   

El juego nació en Rusia, el autor es un joven de 21 años.  En nuestro país es mayor de edad pero si lo pensamos detenidamente, es un adulto primario, está más cerca de la edad de las "víctimas" que de la edad de cualquiera de nosotros.  Cuando le preguntaron a Philip Budeikin (21) por qué había creado esto, él respondió:   

“Sí. Realmente lo hice. No se preocupe, usted entenderá. Todo el mundo va a entender. Murieron felices. Les di lo que no tienen en la vida real: calidez, comprensión y comunicación”.

De todo el asunto, la respuesta de él, más allá de lo siniestra y escalofriante, termina confirmando que estamos rodeados de gente vacía.  No importa si son padres, hermanos, amigos, familiares o simples contactos en las redes sociales.  El marido coqueteando en Facebook con alguna mujer, la mujer buscando a su primer amor en Twitter, los hijos con la cabeza pegada a la pantalla las 16 horas que están despiertos, los novios de la mano y ocupando la otra con WhatsApp.  

Nos juntamos con otros para llenar el vacío que nos dejan las redes sociales, cuando la lógica sería espectacularmente inversa "llenar el vacío de no estar con los que queremos usando las redes sociales".

Yo no me preguntaría tanto por qué un chico de 21 años captó la atención de tantos adolescentes sino, por qué no somos capaces de valorar las cosas que decidimos -por soberbia- llamar "simples" de la vida.  Qué no nos asombre que otro se lleve lo que no vemos.

Es cierto, hay relaciones que van a durar mucho gracias a las redes sociales.  Es cierto, ahí mostramos sólo lo que nos gusta de nosotros.  Es cierto, ahí somos impunes. No nos importan los sentimientos, no nos importa el sufrimiento ajeno.  Si alguien se droga lo estigmatizamos pero jamás nos preguntamos por qué, hablamos a sus espaldas pero no somos capaces de usar estas mismas herramientas para decir "estás bien?, nececitás que hablemos? un abrazo?" Es cierto... "garpa" mucho más mostrar la frivolidad aunque el 50 por ciento de las personas se sienta sola en sus proyectos y sienta que no ve su futuro.  Es cierto todo.

Estamos demasiado ocupados. 
  
No nos extrañemos si un día, al levantar la cabeza, nos damos cuenta de que estamos realmente solos.