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miércoles, 22 de febrero de 2017

Querido Mario Benedetti

"No llorarse las mentiras sino cantarse las verdades" dijo alguna vez el mismo que supo dictar con inteligencia un sin fin de miserias personales que no fueron más que el dolor hecho verbo. 

Yo me declaro poeta porque así vivo. Pero no soy poeta como esos a los que admiro, aunque muchas veces mirando sus fotos pude encontrar en sus ojos la misma tristeza que se dibuja tantas veces en los míos; soy poeta para vivir pero no de profesión. ¿Por qué?  Porque ellos le escriben al amor que se vuelve virtud en el barro de sus defectos, porque lo celebran como si lamer las heridas fuera más placentero que el mismísimo amor. Entonces,  cuando la herida duele, entiendo que yo no voy a ser jamás como ellos, que se sientan en un sillón a observar con orgullo la huella indeleble de lo que los simples mortales vamos a insistir en llamar fracaso.

"Una confesión: la soledad ha dejado de herirme" dijo un día Benedetti y cuando lo leí sentí ganas de abrazarlo. Juro que cerré los ojos y lo sentí. Lo sentí enjuto, con los brazos bajos -quizás porque los que saben abrazar el dolor, suelen desconocer cómo se abrazan las personas-, lo sentí latir como aceptándome parte de su especie, una degeneración quizás de su bohemio andar.  Lo imaginé atravesado por mi sonrisa que a esta altura es inevitable sea cual sea mi estado de ánimo.  Lo imaginé escupiendo versos en una hoja, volviendo a sentir las caricias que supieron tocar su alma, lo imaginé percibiendo su propia sangre corriendo por sus venas, sonriendo recuerdos, llorando desilusiones, insultando sus propios errores, aplaudiendo haberlo intentado.

Los poetas son a la literatura lo que el payaso al circo, riegan con palabras los papeles que aparecen en la vida. Un poeta se levanta por la noche porque le arde una idea, la frase que no dijo, el final perfecto, el adjetivo que va a ponerle nombre a un beso, el punto final de un verso. Los poetas decoran el guión, lamen la pluma y han visto muchas veces la tinta corrida cuando al momento de poner FIN, los sorprende una emoción.

sábado, 18 de febrero de 2017

Para vos

Te escribo a vos que te vas recreando dentro mío como una autómata resistente. Te escribo a vos que me acompañas desde hace tanto tiempo que no recuerdo bien cuándo fue el bendito o maldito día en el que nos dimos la bienvenida. Te escribo para que sepas formalmente lo que ya sabés bien... y es que te estoy descubriendo tan cerca de mi corazón que empiezo a temer que algún día pongas en mi territorio tu bandera.

Tus seductoras luces tenues me mantienen tantas veces a salvo; juego con tu sombra y cabalgo las melodías que me hacen creerte hermana inseparable de la libertad.

Yo creo que te quiero aunque no me hagas bien, como quien toma de lo que le hace mal hasta olvidar que es malo. Te abrazo y  te vuelvo mi escudo, mi almohada y muchas veces mi santuario.

Han sido tantos los años que por momentos siento que acaricias mi pelo mientras me voy quedando dormida, soñando con que el tiempo no te deje tatuada en mi vida como una decisión con gusto a herida.

Me pregunto cuántos serán los que te besen la boca antes de que termine el día esperando que llegue el momento en el que sea posible despedirte para siempre y con una sonrisa. Cuántos habrán padecido tu hostil presencia que no es más que un boceto de la más cruel ausencia. Cuántos habrán regalado sus lágrimas en honor a tu indisimulable existencia que late fuerte porque -aunque invisible- sos gigante. Cuántos se abrazarán a errores por el simple hecho de tenerte miedo, cuantos decidirán arrebatadamente sus futuros para huir de vos... Cuántos,  como yo, te verán repleta de virtudes que difícilmente puedan existir.


Que me dures lo que debas, que me huyas si te atrapo y que me desilusiones cada tanto para que seas una cabaña de vacaciones a la que volver cada vez que no tenga a dónde ir. 

lunes, 13 de febrero de 2017

Soundtrack

Decía una canción "si te hubiese dicho las palabras correctas en el momento indicado, serías mía".
Cuando escucho críticas sobre artistas, canciones o discos siempre pienso lo mismo: no le llegó.  Y es que eso no se fabrica, me arriesgaría a decir que ni siquiera el más estudioso y conocedor en la materia puede escapar a la magia que reside en esa combinación perfecta entre melodía y música cuando son capaces de decir justo eso que jamás supimos poner en palabras.

Nuestra vida es una película en proceso y ahí vamos llenando el ambiente de perfumes, colores, sonido y música.  Cada momento tiene una melodía indeleble como el paso de las estrellas en la luna.  Cada canción esconde rostros y situaciones que quizás nunca más podamos repetir, momentos que van a nadar en el fango de nuestra miseria tratando de salir a la superficie para que la memoria no los reemplace.

Elegimos la música para un momento y lo volvemos eterno en algo mucho más intangible que la mente.  Pasará el tiempo y quizás olvidemos rostros, perfumes, promesas incumplidas, compromisos rotos pero cuando suene una melodía que tenga que ver con nuestra historia vamos a sentir que no existe tiempo ni espacio para una sensación.

Years gone by and still words don`t come easily like "I love u"  algo así como:  Los años pasan y las palabras aún no vienen fácilmente, como "te amo".

¿Será acaso la vida una eterna quimera?
Pareciera que las grandes canciones, las grandes películas, las grandes obras siempre se trataron de amores desbaratados. Amores que murieron de miedo, amores desaprovechados, amores que fueron vencidos por tradiciones, amores sellados con billetes, amores que latían con una fragancia barata aunque estuvieran casados con perfumes caros.  Es que el amor parece terminar siempre en el mismo lugar, en esos rincones en los que dos pueden ser dos para siempre aunque caminen separados.

Alguna vez un señor me dijo:  "no puedo arriesgar todo lo que tengo" y mi mente hacía mil preguntas aunque no pudiera expresarlo.  Yo sigo sin saber qué perdía él pero entendí que los que más pierden son los solitarios.  Cuando nos dejamos agarrar las manos después de tanto tiempo, estamos apostando algo que pocos conocen: la libertad de no tener motivos para decepcionarnos.  Esa sí que es una apuesta arriesgada.

Sólo será cuestión de dejarse abrazar y esperar.  Después de todo, mientras muchas cosas se derrumban alrededor, la música irá tejiendo la banda sonora perfecta una y otra vez para que la película sea siempre un poco mejor, para que cuando tengamos que recordar sea ameno ver las fotografías que decidimos guardar, para que cuando quememos el álbum nos quede algo en un lugar al que nadie jamás podrá viajar más que nosotros mismos.

"Decir las palabras correctas en el momento justo" como dice la canción que amo de Tracy Chapman nos hubiese robado la posibilidad de que la banda sonora de mi vida tuviera esa canción.

Definitivamente, todo existe y sucede por un motivo.  Valdrá la pena que en este camino no seamos lo suficientemente torpes como para perdernos la oportunidad de cerrar la historia con un digno final.

Les dejo la canción que inspiró este texto.  Es tan sentida que apuesto que sin conocer el lenguaje, van a entenderla perfectamente.  Quizás de eso se trata la música.

https://www.youtube.com/watch?v=UTF2qZbVnCM

domingo, 12 de febrero de 2017

El chocolate

Un ínfimo porcentaje de la población detesta el chocolate. 
No se si son evolucionados, si son una secta o si son lo suficientemente inteligentes como para no caer en las garras de semejante amor eterno.

El miércoles tenía una cita en San Antonio de Padua. Jamás había viajado hacia aquellos pagos así que iba atenta al camino. Un tren que no conocía,  estaciones nada familiares y un cartel en el vagón que marcaba que siempre estábamos en Moreno. Traté de no divagar con mi mente perdiéndome entre las caras y los paisajes pero... la humanidad no para y no ayuda.

Pasó un chico con una caja con chocolates,  tenía varios sin vender y aunque hacía calor no faltó el goloso que compró una barra. Me ofreció uno, saqué mi vista de una cara maravillosa que me cautivaba, lo mire y dije: No, gracias. Él me sonrió y se dio vuelta para observar lo que yo miraba.
Era un nene de 3 o 4 años.  Estaba sentado contra la ventanilla. Al lado estaba su mamá con un nene apenas más pequeño que él dormido plácidamente.  El niño más grande era precioso, tenía la piel curtida por el sol, su cabello levemente dorado, su carita sucia, su ropa humilde y con la clásica apariencia que tiene la ropa de un niño que gana y pierde sus pequeñas batallas.

El vendedor de chocolates volvió hacia mi y me dijo: "a él le voy a robar una sonrisa y otra te la voy a robar a vos".  Lo miré sorprendida y fue tan rápido que no pude preguntarme qué era lo que iba a hacer.  Sacó una tableta de chocolate, se acercó al nene y le dijo "esta tableta de chocolate te la regala la señorita". Yo miré al pequeño y me sonrió,  el vendedor me guiñó un ojo y se paró en la puerta dispuesto a bajar.   
Me puse a su lado mirando en su misma dirección y le dije "gracias". Saqué de mi bolsillo dinero y se lo di, no quiso aceptar pero insistí.   Me dijo: el chocolate hace feliz.
Bajó. Yo volví a mi lugar.  Miré al pequeño sin disimulo, sus ojos brillaban y  mientras su mamá abría el chocolate, él acariciaba a su hermanito que seguía dormido. Su mamá le dio el chocolate y él lo partió en las cuatro partes marcadas en la barra.   Le dio una porción primero a su mamá y luego dijo "este pedacito es para Joaco" (supuse que se trataba de su hermanito), este es para mi y este... miró la cuarta parte y mientras su mamá lo miraba enamorada,  él me miraba a mi.  Se paró enérgicamente pero empezó a caminar con una timidez perfecta para que yo lo observara atentamente.  Sin mediar palabra, me entregó ese pedacito a mi. Me agaché a su altura, le dije  "Gracias" y le di un beso.

En la vida podemos tener muchos objetivos y sueños, podemos ganar apuestas, podemos triunfar. 
Las cosas maravillosas suceden cuando aprendemos a valorar las pequeñas lecciones que nos regala un simple día.
Yo no voy a olvidar esos ojos rojizos, esas pecas. 
Cadena de amor, así lo llamaría yo. 
Que viva el chocolate o lo que pueda llenarnos el corazón.



miércoles, 1 de febrero de 2017

Tetas

Las tetas terminan siendo tema nacional cada dos por tres.
Lo más cómico del caso resulta, desde mi opinión, que muchas personas re rasgan las vestiduras por "el horror" de ver a dos mujeres sin corpiño o malla en el torso (voy a tratar de ser lo más cautelosa en el uso de mis palabras para evitar la inquisición) y otros defienden a ultranza "la libertad de los pechos" (recurso estilístico).

Me preocupa severamente la hipocresía y también me parece lastimoso que el tratamiento de la noticia sea tan poco comprometido con la verdad.  Ahí van todos repitiendo lo mismo.  "Libertad a las tetas" como si se tratara de un nuevo paradigma de la moda.  No logro entender las explicaciones que dan para defender el deseo de estar con el torso desnudo, no porque sean de difícil comprensión sino porque creo que el asunto sigue siendo el mismo: la convivencia.  

Si una o dos o tres personas se quejan de lo que (según la ley) encaja en la figura de "exhibicionismo" es porque esa figura existe. Es cierto que forma parte de un legado cultural, es cierto también que si lo analizamos anatómica, biológica y humanamente es un despropósito que se arme tanto lío por unos senos. No creo que sea difícil comprender que "la forma" sigue siendo el problema.  Todo termina como un berrinche de dos o tres que quieren ir a robar cámara, es entonces cuando lo que quieren que no llame la atención, termina siendo el elemento con el que logran captarla.

Aburre el tema. En las tribus africanas ninguna mujer sabe lo que es un corpiño, en algunas andan absolutamente desnudos y nadie se escandaliza.  Eso es cultura.  Son las reglas que se fueron armando en cada comunidad que habita este planeta.  Los animales tienen reglas y dudo que sea porque el pene del león sea más importante que los genitales de la hembra, es una cuestión de organización y en pos de seguir con determinados lineamientos, están quienes aceptan algunas rupturas a las reglas y están quienes no.

Me pongo a pensar en lo siguiente:  ¿quién soy yo para obligar a los padres de Jeremías y de Sol a aceptar mi nudismo?  Ellos andan en sus casas vestidos, Jeremías puede entrar al baño cuando está su papá pero no puede hacerlo cuando está su mamá, Sol puede entrar cuando está su mamá pero no cuando está su papá.  ¿Por qué?  Simplemente porque su mamá y su papá decidieron enseñarles a sus hijos que el cuerpo humano tiene algunas particularidades, los hombres "no tienen senos" y las mujeres sí, los nenes tienen pene y las nenas vagina.  A partir de determinada edad (supongamos 5 años) instalan en sus hijos el concepto de intimidad.  Este ejemplo inventado, se repite en muchos de los hogares de nuestro país porque responde a nuestra cultura.  Si estos papás ven a tres mujeres con el torso desnudo en la playa, es probable y también lógico que sientan vulnerado el esquema que les enseñaron a sus hijos.  A mi entender no los convierte en hijos de puta, retrógrados, opresores y demás adjetivos.  Mientras la ley sostenga que el torso desnudo de una mujer es "exhibicionismo" no debería ofenderse una mujer porque le pidan que se cubra el torso o que vaya a otra playa donde sí esté permitido bañarse en topless o con desnudo total.   

Si el asunto resulta tedioso para algunas personas, me pregunto por qué no intentan una mutación cultural colectiva en pos de propagar la existencia de playas especiales para las mujeres que defienden los torsos desnudos sin distinción.  Quizás, con el tiempo la idea se propaga y termina dominando las costas, pero imponerse termina pareciendo un berrinche que nada tiene que ver con un concepto basado plenamente en la anatomía humana.

La convivencia -según algunos diccionarios- es: coexistencia pacífica y armoniosa de grupos humanos y/u otras especies animales en un mismo espacio.  

Voy a dar un ejemplo que forma parte de una vivencia personal y que ya conté en varias oportunidades.  No soy fumadora.  Cuando estoy en una reunión y fuman cerca mío, si el humo me viene a la cara me voy a otro lado.  Muchas veces pienso "qué desconsiderada esta persona al no darse cuenta de que me está tirando el resto de su chimenea en la cara" pero es solo un pensamiento.  En una oportunidad, fui a la casa de un amigo a quien quiero mucho, teníamos que hacer un trabajo juntos y cuando terminamos me preguntó si me molestaba que fumara (marihuana) delante mío.  Yo le contesté que no.  Debo confesar que no me gusta el olor de la marihuana, son gustos, simplemente eso.  El detalle es que yo estaba en su casa, él no estaba haciendo nada malo para mi porque yo pertenezco a una generación que ya no ve con espanto cosas que antes sí, pero de todas formas él me consultó aún cuando estaba en su propia casa, ¿se entiende?.  Eso se llama, además de generosidad, respeto, no solo a la persona que está delante tuyo sino a una cultura que va cambiando conforme cambiamos las personas.

No se puede hacer una buena silla usando un martillo y tornillos a la fuerza, a lo bruto.  

Creo que es una cuestión de mirar a la humanidad con un poco más de amor y entender que no todo puede ser como queremos, en el tiempo que queremos y donde queremos.  

Que alguien cuestione a una mujer amamantando es una locura y habla del morbo de quien denuncia, pero esto es distinto.  

Después de la polémica llega "Un tetazo en el Obelisco" para que las próximas tapas de los diarios sean tetas.  Seguimos siendo un par de tetas.  

Con cada desatino de estos terminamos alimentando  la teoría de que lo que parece remedio, alimenta la enfermedad.

Que el tiempo y las formas abran mentes.  A la fuerza difícilmente logremos algo bueno.

La imagen corresponde a una niña himba de Namibia